dilluns, 26 de desembre del 2016

Las bailarinas muertas



Sigo con la lectura de Antonio Soler. "Las bailarinas muertas" es una novela fascinante y atrevida, sinuosa, barroca y moderna a la vez. Las sesiones de lectura que me pego con él permiten que el sol caiga por detrás de los edificios de la calle y se derrumbe en esas noches prematuras y bruscas de diciembre. Sin darme cuenta ya es de noche y yo sigo liado en esas páginas como en una sesión de hipnosis. No hay particiones ni capítulos, no hay respiro ni clemencia: Soler habla para un lector entregado, vencido y rendido. Como debe ser. Las palabras se hunden en un laberinto acuoso, el de la memoria. Se trata de un juego fascinante sobre memoria, imaginación. Trata de un chico que se marchó a Barcelona para triunfar en el mundo del espectáculo y se metió en un cabaret del Paralelo. El chico escribe cartas a su familia, que vive a mil quilómetros, y les cuenta como es la vida de un artista de cabaret. El lector no está obligado a creerse nada de lo que le cuentan. Y además es literatura, caramba.

El narrador es el hermano menor del artista, que crece escuchando a la madre leyendo las cartas del artista. Solo por eso, por ese juego de la ficción sin límites ni reglas, solo por eso ese libro ya es un libro maravilloso. Y osado. En la mente (o en el alma) del niño que escucha los relatos se mezclan las aventuras del hermano bohemio con sus andanzas con los chavales y las chavalas del pueblo, los partidos de fútbol, los líos familiares, las niñas guapas y las maestras de la escuela, tan religiosas, y es por eso que el texto fluye des de las imágenes que desvelan las cartas hasta los recuerdos de esa niñez pobre, casi miserable pero finalmente la infancia real que es la única que hubo, la infancia a la que no se le pueden anteponer adjetivos que la juzguen ni la sometan, magníficamente narrada, transmitida con una sensibilidad exquisita, pormenorizada, con un gusto fabuloso por los detalles y con una capacidad para la imagen y la comparación de puro vértigo, una literatura que se festeja a si misma y que creía perdida en la tiniebla de la literatura mainstream. Antonio Soler sabe como obrar algo parecido a un milagro, aunque solo sean palabras encadenadas: en un mismo párrafo, en una misma frase, me traslada del cabaret del Paralelo hasta mil quilómetros más al sur y me mete en una taverna de vinos y pescado frito. Este tío es un genio, un mago de las palabras.

Seguro que habrá un crítico audaz y hablará de ingeniería narrativa y del narrador poco fiable y de artilugios varios. Pero aquí se trata de reproducir el funcionamiento de la memoria como un río lento y confuso y confundido, con remolinos ocultos bajo la superficie y con esos rincones de los meandros en los que, si te fijas muy atentamente, ves como el agua fluye para atrás. Lo digo porqué lo he visto: la última vez en el Ebro, en el curso bajo del Ebro. Era como una alucinación pero no, era así tal como lo digo: había zonas de agua junto a la ribera en que se invertía el flujo. Y precisamente ahí estaban los peces. Hay un refrán que suelta algo así como que en el agua demasiado limpia no viven peces.

En el cabaret de Barcelona, una bailarina cae muerta sobre el escenario mientras baila. Fulminada por un disparo en la frente. Luego mueren otras bailarinas, aunque el espectáculo debe seguir. Podría sr una novela de muertos y enigmas (¿quién fue el asesino?), y podrían ponerla en las listas de "novela negra". Mientras las bailarinas caen muertas, el hermano artista que escribe cartas y crea imágenes en la mente del hermano que vive en el pueblo y todavía es un niño empieza a triunfar. O al menos eso dice. Sobre las páginas se pasea Tatín, el niño que tuvo la polio y lleva las piernas enfundadas en una férulas de hierro que rechina y al que le toca jugar de portero, está claro, y que solo puede dejarse caer como un mástil para detener la pelota. Y también están los artistas del cabaret vistos como en un sueño, o en una película en blanco y negro (a veces incluso sepia y muda). Uno de ellos interpreta al mago chino Chin Lu. En cuanto llegué a eso del mago Chin Lu dejé caer el libro sobre mi estómago (estaba leyendo en posición horizontal, en el sofá y con la música de Shigeru Umebayashi de fondo, flojita). Lo dejé caer porque se me echó encima un torrente de recuerdos. El texto había obrado el milagro: me recordé a mi mismo, cuando tenía la edad del narrador.

Nací en una casa enorme del centro de la ciudad, a pocos metros de la catedral. Cuando yo nací, la familia ya era una familia pobre, pero antaño no lo fueron y conservaban esa casa enorme, con un patio en donde la vegetación, abandonada a su libre albedrío, había conseguido formar una pequeña selva -con su fauna de gatos incontables. La guerra había llevado la miseria y el terror a mi familia. Consecuencia de ello fue que una gran parte de las dependencias estaban cerradas y prohibidas a los menores (mi hermano y yo). El pasillo prohibido era un pasillo largo, estrecho, mohoso. El olor del aire contenido en aquél pasillo no lo olvidaré jamás. Hoy todavía lo percibo, sin esfuerzo alguno. Se parece un poco al olor de los libros y los tebeos muy viejos.

Había cuatro puertas cerradas. En una de ellas, el despacho y la biblioteca del abuelo muerto en un campo de prisioneros cerca de Montpelier. Si no fuera por el polvo que lo cubría todo des de la victoria de Franco y los nacionalistas burgueses (españoles y catalanes), uno diría que el abuelo había estado sentado allí escribiendo hasta un minuto antes de que entraras. La lamparita, la pluma al lado del tintero, el secante, la libreta abierta (y en blanco). Pero incluso esa capa de polvo blancuzco y grisáceo parecía un trampantojo, un truco de cine o de teatro, un engaño. El asunto es que en la habitación contigua a la del despacho del abuelo muerto había otra, con un armario negro y un baúl. Según mi abuela, el baúl era antiquísimo y procedía del bisabuelo, que fue militar en Filipinas -según tengo entendido no estuvo entre los últimos si no que más bien fué de los listos que se largaron en cuanto vieron el porvenir. El bisabuelo, cuyos apellidos retumbaban en los oídos del niño: Coronado y Ladrón de Guevara. (El nombre era más modesto: un austero "José"). En el interior del baúl estaba el disfraz de mago chino de un tío abuelo (no supe jamás si estaba vivo o muerto) del cual nadie hablaba ni contaba nada. Fué su nombre artístico Fu-Manchú, y por lo visto actuaba en eventos familiares pero yo juraría que sus interpretaciones iban más allá del ámbito doméstico y se adentraron en zonas tenebrosas del laberinto puticlubesco barcelonés de postguerra. En mi familia hay varios casos de bohemios, artistas y bailarinas de los que nunca me hablaron con sinceridad. El asunto de las bailarinas siempre fué el más oscuro, el más secreto. Hubo una en especial que se fue a la Argentina para poner tierra y mar de por medio, y por lo visto allí tuvo asuntos de importancia y la prensa de sucesos habló de ella. Los que sabían la verdad de la historia de la bailarina ya han muerto, así que me la podría inventar con una libertad solo parecida a la de los sueños.

Una vez -yo ya contaba más de treinta años- soñé que me habían encerrado en el cuarto del armario y el baúl mientras las excavadoras de una empresa de derribos empezaban a arruinar la casa. En el sueño se impuso una resignación estoica: yo me sentaba a esperar el desastre con bastante tranquilidad. Iba a morir en cualquier momento, sepultado por las ruinas y los escombros enmedio de una nube de polvo. Así que abrí el baúl, me disfracé de tío-abuelo disfrazado de Fu Manchú y esperé tranquilamente el gran momento.

Una vez leí una escena muy parecida a esa de mi sueño en "El último suspiro del Moro", de Salman Rushdie. Es tan parecida a mi sueño y yo soy tan incapaz de saber si fue primero la lectura o primero el sueño que ando hecho un lío. Eso es lo que tiene leer y soñar casi al mismo tiempo.

dimecres, 30 de novembre del 2016

Lo que nos queda de la muerte



L'autor de "Lo que nos queda de la muerte" sap: que el protagonista de la novel·la és la veu del narrador i no pas cap altre personatge, tot i que hi ha personatges que protagonitzen l'argument. És per això que en Jordi Ledesma em sembla un autor dels de veritat, dels que saben què és la literatura. La literatura és allò que passa quan un escriptor sap que no escriu trames interessants ni girs enginyosos ni finals sorprenents, si no bones frases, bones idees. Les bones idees són les que molesten a la majoria. Les bones frases fan que t'aturis a pensar.

En Jordi Ledesma és un escriptor que sorgeix d'un gran lector i no ho amaga. I això se li agraeix, perquè la lectura és rica de matisos, de referències i d'imatges. La literatura és allò que queda quan hom ha despullat un text de l'argument i dels ginys narratius que són a l'abast de qualsevol. Literatura és talent, i el talent és allò que passa quan hom es mira el món i diu que el món no li agrada, i que vol desagradar aquells a qui el món els sembla agradable. La literatura també és una acció que vol ser art, i que per tant dialoga amb la memòria, amb el seu temps i amb la resta de les obres d'art. Sense Velázquez no hi ha Picasso, i tal vegada sense Picasso no hi ha Velázquez: això és el diàleg en el món de l'art. Al text de Ledesma hi ha Juan Marsé com hi ha la gran narrativa llatinoamericana que em va salvar la vida fa uns anys. No és pel modisme que també cito Bolaño quan parla de Blanes.

La lectura de "Lo que nos queda de la muerte" haurà estat una de les més notables de l'any. He recordat un debat de mesos enrere que, sobre la novel·la negra, es demanava què és negre, gris asfalt o gris perla i etc. Fou un debat anecdòtic, que només pretenia amagar-ne un altre, molt més greu: no es tracta de pensar "què és novel·la negra" si no de pensar "què és novel·la". Els adjectius vindran més tard, si volen venir.

L'obra de Ledesma camina pels camins del gènere, però el lector descobreix ben aviat que es troba davant d'un text ambiciós, capaç de rebentar els dics de les etiquetes. No parlo amb tòpics. I és per aquest motiu que abans d'arribar a la pàgina 50 vaig publicar unes notes de lectura

Algú em dirà que la novel·la negra és això, aquesta mirada lletja sobre la part lletja de la vida i del món. Que negre vol dir pessimista, que negre és una atmosfera, un fons. La fotografia d'un país amb els foscos pujats, que ens mostra un país més real que el que ens volen mostrar les postals.

La literatura és un acte polític, i cal saber-ho, viure-ho conscientment. I dir-ho: això és un acte polític. Sense manies.

L'escriptor es compromet políticament, i per tant es compromet amb la literatura. Pel que conec d'en Ledesma, el compromís no tan sols és obvi, si no que és l'escriptor més compromès que he conegut -en persona- fins ara.

Per això ha creat una tercera novel·la en majúscules: breu, justa, un conjunt barroc i lluminós de frases i d'imatges que em fa pensar en Caravaggio. La veu del narrador és la principal virtut del text, aquest joc brillant sobre la omnisciència del qui narra el passat coneixent el futur d'allò que narra, una opció que tendeix a la veritat (que no a la versemblança, tal com pretenen fer els mediocres). Tot allò que explica és exactament una mentida, una ficció fabulosa, però és la mentida que diu la veritat. La veritat incòmode. Hi ha algun eco del relat mitològic, i ho dic sense exagerar. I puc dir que la solució final remet, també, al somni mitològic que parla de destins, que vol dir de classes socials i de rols. Tot estava anunciat.

Així com la història és el relat que esdevindrà mentida, el mite és el relat fictici que esdevindrà veritat. És una qüestió de temps. Si algú vol conèixer la costa catalana, es pot remetre a algunes referències. Jo en dic dues: la cinta d'en Josep Maria Forn "La piel quemada" i la novel·la que ressenyo. Que em semblen complementàries i que en alguns instants he sentit com l'una demana l'altra per ser completa, tal com fan els enamorats.

A "Lo que nos queda de la muerte" hi ha allò que en Javier Cercas reclama com a tret essencial de la novel·la: la pregunta que no es respòn perquè la resposta és la novel·la en sí. El punt cec. La pregunta té alguna cosa a veure amb la classe social, amb la distància que hi ha entre elles i amb la rigidesa del joc.

Sé que les ressenyes de novetats editorials exigeixen brevetat, com els 20 segons de la publicitat televisiva. Però m'arrisco i els excedeixo, i hi afegeixo el darrer ingredient:

En Jordi Ledesma fa la crònica catalana que cal fer. Ho dic clar i català: fa la crònica que no volen fer els escriptors catalanoparlants (catalanoescribents?), i ells sabran perquè no la fan, però la caguen en triar aquest mutisme selectiu i tan covard. Catalunya no fou mai una terra d'acollida. Catalunya fou una terra de catàstrofe, d'explotació salvatge. Integració? Una terra de mort i de trens que s'enduen vides, això és Catalunya. I la literatura "nacional" bada i abandona el millor relat que se li ofereix.

A les properes dècades, el nostre millor cronista en clau de negre es dirà Hafsa de nom. Ja m'entens. O tal vegada Omar, o Baba, o Malak. No es dirà ni Joan ni Josep ni Carles. Cal pensar-hi: no és una boutade.

Entre les frases belles de la novel·la hi ha la bellesa del no-res i la del crim impune. La costa catalana és un paisatge nefast, i tal com ens l'explica en Ledesma aquí descobreixo com es pot fer un text amb vocació universal que parla d'un poblet qualsevol, d'antics pescadors explotats convertits en explotadors per certificar l'ascens social:
No hay nada peor que un negrero negro. 
La frase anterior (pàgina 118) necessita matisos, és clar. Hi són. Retornaria a Cercas, i explicaria allò que diu sobre la literatura d'entreteniment i perquè és menyspreable, o perquè aquesta opció no és literària. Una novel·la vol fer pensar. Per entretenir-se, més val sintonitzar Telecinco o Tv3. Cal dir les coses pel seu nom.

No és per casualitat que en Jordi Ledesma escriu en castellà sobre Catalunya, i altra vegada, com sol ser habitual, és en aquesta llengua que molts comprenem i potser arribem a reconciliar-nos amb el país dels catalans, una tasca que no és fàcil perquè els catalans no agraden, no poden agradar. Jo, almenys, mai no em reconciliaré amb el país a través dels qui ens l'expliquen en català. Necessito el relat xarnego per comprendre. Necessito en Ledesma, en Pérez Andújar. Als fills dels señoritos no me'ls escolto perquè escriuen banalitats i no tenen res interessant per dir. Això podria ser un prejudici, però qui em llegeixi des de Catalunya sap què vull dir. I sap que, des de fa molts anys, en català s'escriuen textos d'una escassa densitat i que no expliquen res. O drames burgesos que imiten vells drames rurals de les regions carlines, costumisme estèril.

Lamento dir-ho així, però escriure avui sobre Catalunya i dir les coses com són sembla que només es pugui fer, si es fa amb ànim de dir, en castellà. És per això que recomano amb insistència la novel·la d'en Jordi Ledesma al lector catalanolector. Espero qualsevol comentari i m'animo a qualsevol debat. I aprofito l'ocasió per demanar als organitzadors de festivals de literatura catalana que incloguin l'autor als seus programes. Tenim un debat pendent, i aquí hi ha una veu necessària. Els qui no ho facin se'n pedenediran. Això és, en efecte, una maledicció.

Resultat d'imatges de jordi ledesma

dimarts, 22 de novembre del 2016

Muerte de Bearn Black

Resultat d'imatges de bearn black

Hasta el momento de conocer la noticia de su defunción, yo había tenido la sensación de que esta publicación tenía un buen porvenir. Como adivino no valgo ni un pimiento, aunque eso no es nada nuevo para mi: pensé que el comunismo triunfaría en Europa, que el nacionalismo catalán era un cadáver y que Blai Bonet (BB, como la Bardot y Bearn Black) ganaría el Nobel de literatura.

He sido un lector bastante fiel y razonablemente asíduo de Bearn Black, y siempre he gozado con la lectura de sus artículos y entrevistas. No hay que ser muy agudo para descubrir que han dicho grandes verdades, que han puesto el dedo en las llagas y que han enriquecido el debate, a menudo superficial y sombrío, que se genera alrededor de la novela negra española (incluyendo la catalana).

Toda muerte es una pérdida. Y vivimos en un tiempo y en un país de pérdidas constantes, vivimos en un lugar jodido y severamente enfermo. Si en vez de un país fuese un individuo, uno le pondría el diagnóstico de Alzheimer y seguro que acertaría. Uno ya no sabe qué pensar. Los líderes del procesismo catalán se están gastando millonadas en construir lo que ellos llaman "estructuras de estado" (para el improbable estado catalán que sueñan), pero entre estas estructuras la cultura no ocupa lugar alguno. Y la verdad es que no conozco nada más parecido a una estructura de estado que la cultura. Pero por lo visto también iba errado: por lo que veo, se trata de favorecer intercambios comerciales y financieros, y cenas y contactos entre mandarines. Un desastre absoluto.

La muerte de Bearn Black habla de la muerte (o de la agonía) de un mundo que imaginamos posible y no lo fue. Un mundo de personas interesadas en la cultura, en lo que tiene de cultura el debate literario. Publicaron textos aptos para el lector medio y el bajo, e incluso para el de nivel alto. Sin embargo, nada de eso los salvó. Publicaron su publicación en lengua castellana, de modo que casi toda la península podía gozar de sus textos. Eso tampoco fue suficiente: el dinero todo lo puede. Puede matar. Si hubiesen escrito sobre un tal Messi o una tal Esteban no habrían muerto, pero por lo visto no ha llegado la hora de los valientes.

En su terrible artículo final (quizás será el más leído, por lo del morbo y por como nos gustan los fracasos de los demás, ya que ocultan el nuestro) hablan de motivos y diagnostican el asunto. Me llama la atención algo que nombran oscuramente: el envilecimiento del mundo de la novela negra. La verdad es que llevo bastante tiempo como ausente del mundillo y jamás he cursado solicitud alguna para pertenecer a ninguna de las capillitas del sector, todas ellas bastante cutres y de bajo nivel. Pero algo intuyo. Y me resulta espeluznante, porqué la novela negra española (incluyendo la catalana) ha sufrido un aumento de ediciones, pero no de lectores. ¿Quién se pelea con puñales por 20 euros de beneficio? Y ¿qué relación tiene ese envilecimiento con la precarización del escritor de la que se ha hablado más de una vez en Bearn Black?

La muerte de Bearn Black es la muerte de una aventura que debería haber llegado a su destino, que era permanecer más o menos tranquila, llanamente. Pero las aventuras son eso, aventuras. Luego viene otro aventurero más osado o más suertudo, como en la historia de Livingstone y Stanley.

Me apena de verdad la noticia. Porqué nos falta crítica y nos sobra vanidad, nos falta análisis y nos sobran eslóganes. Necesitamos reseñas y sobran estupideces narcisistas de Narcisos que se masturban ante la imagen de su propia impotencia brillante. Más cultura, por favor, digo yo. Y me responden con muerte. Eso no pinta nada bien. Yo soy un ingenuo que no sabe adivinar el futuro, pero ese futuro... ¿quién tiene ganas de adivinarlo?

Es cuando leo cosas como la muerte de Bearn Black cuando le doy gracias a la naturaleza, que me ha permitido estar más de 50 años en ella: estoy contento de hacerme mayor (o viejo) y de comprender que ya me voy yendo -poco a poco, si puede ser. Cada vez me interesa menos el mundo y los caminos que toma. Y sigo escribiendo, por cierto, pero con la calma.

Resultat d'imatges de bearn black

dimecres, 2 de novembre del 2016

Ledesma i "Lo que nos queda de la muerte"



He de fer dos aclariments previs, necessaris abans de continuar: el primer és que escric aquest apunt quan encara no he arribat a la meitat de "Lo que nos queda de la muerte", la darrera novel·la d'en Jordi Ledesma, acabada de sortir del forn i que tinc entre les mans per gentilesa de l'autor, i amb una bella dedicatòria. Ara mateix reposa en una banda de la taula. Escriure sobre allò que s'està llegint abans d'acabar-ho no em sembla cap despropòsit, perquè allò que importa d'una lectura no és el final ni el desenllaç, si no les qüestions que planteja al lector, les imatges que li produeix a la ment. O a l'estómac.

El segon aclariment que faig té poc a veure amb la novel·la: es tracta dels dubtes que em planteja la redacció d'aquest apunt. En castellà o en català? em demanava fins fa pocs minuts. I finalment el faig en català, perquè intueixo que aquesta elecció li permetrà a la ressenya arribar al lector que m'interessa. També intueixo que la novel·la obtindrà força ressenyes en castellà. I finalment penso que el lector català va curt de lectures com aquesta, sobretot si té tendència a seleccionar les lectures de textos escrits en català. Vivim en temps de replegaments identitaris i ja no sé què pensar dels meus congèneres.

Ja som al cap del carrer: una novel·la escrita per un autor català és una novel·la catalana? Ara no respondré què en penso. Deu ser obvi imaginar quina resposta tinc, si hom sap que penso que som un país bilingüe. Afortunadament bilingüe i plurinacional, malgrat els nacionalistes.

Una novel·la escrita per un autor català que parla sobre la Catalunya de veritat és una novel·la catalana. I alhora espanyola, perquè està escrita en llengua castellana. Sort en tenim, del socialisme lingüístic.

Una de les primeres reflexions (reaccions?) que em produeix el text d'en Jordi Ledesma és la maduresa de la frase, el plaer que experimento quan llegeixo el gust per la redacció rica i alhora el to contemporani, viu, allunyat d'alguns escriptors que es fan tupits i tediosos malgrat el reconeixement que obtenen: Ledesma escriu des del segle XXI. I el més bo del cas és que ens remet a la literatura que l'ha precedit, amb la qual sap crear els ponts. Una novel·la és una obra d'art que dialoga amb el seu temps i al matex temps amb les obres d'art que el precedeixen. (La frase és d'en David Lodge). "Lo que nos queda de la muerte" és parent, potser llunyà, de les "Úlltimas tardes con Teresa": entre la pàgina 13 i la 14 hi ha un fragment que em sembla brillant on parla de "charnegos y castellanada" que m'he emmarcat al costat d'aquells paràgrafs tan fabulosos de Marsé en què retrata els "señoritos de mierda" catalans. És clar que en Ledesma es refereix a un col·lectiu que no és el mateix destinatari al qual li parlava Marsé, però explica quelcom imprescindible sobre la relació entre la immigració andalusa, murciana, gallega i etc que va arribar a Catalunya, la "terra d'acollida", els seus acollidors.

També he recordat el fragment d'un text més proper i molt car per mi: aquell de "Paseos con mi madre" en què explica què bramaven els convergents reunits a la porta de l'hotel de la Rambla de Catalunya, celebrant una de les victòries electorals d'en Pujol el timador per majoria absoluta: "que n'aprenguin, els xarnegos!".

La lectura de Ledesma em du, també, als fotogrames de "La piel quemada", una referència vibrant. Allò que va passar a la Costa Brava va passar també a la Costa de Tarragona (es diu Daurada?). El que avui es considera la burgesia costanera catalana és la mateixa arreu de la costa: pagesos i pescadors humiliats i explotats que van esdevenir humiliadors i explotadors gràcies al franquisme, perquè van creure que així adquirien una nova identitat i un ascens -català. "De aquellos polvos vienen estos lodos", diuen: què té a veure la conversió en propietaris i empresaris dels antics pagesos i pescadors amb el sobiranisme identitari d'avui? La pregunta està formulada.

Penso que seria fabulós llegir un text de to semblant escrit en català, i per això dubtava sobre l'idioma en què calia escriure aquesta ressenya. I em demano: com és que un text així no existeix en català? És que no hi ha catalans pobres? Els catalans pobres no s'aventuren a la literatura? Si ho fan s'alineen amb la catalanitat més que amb la pobresa? I espero que no em salti ningú dient-me que a Catalunya no hi ha classes socials, o que això està superat.

La prosa d'en Ledesma és rica perquè està ben escrita i perquè fa les preguntes que cal fer en aquests temps. No és una literatura maniquea -un defecte tan vergonyós com habitual-, és una novel·la  "coral" en millor sentit del terme, perquè és difícil imaginar un lector que no se senti al·ludit, citat o interpel·lat en aquestes 190 pàgines que no són ni poc ni massa. Les pàgines justes.


dimecres, 26 d’octubre del 2016

La memòria negra, negra i catalana

Resultat d'imatges de divan del psiquiatra

La darrera xerrada que he anat a fer sobre novel·la negra, al club de lectura d'una biblioteca del Maresme, em va servir per confirmar algunes tesis sobre la relació entre la literatura i la història. Parlo de literatura catalana i d'història catalana, perquè és el que conec. La conversa va arrencar parlant de ficció, de propostes novel·lístiques que anaven des de Ramiro Pinilla a Sebastià Bennassar, de Vázquez Montalbán a Alfonso Sastre. Hi hagués pogut afegir el darrer premi Agustí Vehí, "Els ossos soterrats" d'en Silvestre Vilaplana, perquè hi hauria escaigut molt bé.

Vaig tardar en comprendre que el meu inconscient m'havia traït, i que havia mostrat la meva predilecció pel gènere negre quan revisa la història, més que quan parla d'un present desproveït de perspectiva i d'anàlisi interessant. Deu ser per això que vaig incloure a la llista de les meves preferències literàries un títol gens negre com és "Les històries naturals" d'en Joan Perucho. Però en Perucho sempre el tinc acollit dins del meu cap -fins al punt que temo que un dia d'aquests no comenci a sentir la seva veu quan m'adormo o poc abans de desvetllar-me.

Les persones que van acudir a la cita de la biblioteca eren, majoritàriament, d'una "certa edat", com se sol dir. A aquestes persones la revisió de la història els interessa. Molt. Perquè vivim en un país que no paeix la història i això dol més quan et fas gran i comences a sospitar que no hi ha remei. Si ens agafés un psiquiatra capaç de tractar col·lectius "nacionals" o regionals o autonòmics, enviaria Catalunya a teràpia urgent -o al manicomi. De la guerra civil espanyola ençà, sembla que els episodis es cloguin per decret però sense haver fet la bugada que la salut demana. Per poc que gratis, surt el dolor. Fa pocs dies i en una altra banda m'explicaven una "anècdota", referida a un poblet de Terol: quan van entrar les tropes de Franco, van rapar la dona d'un anarquista, li van administrar un laxant poderós i la van fer desfilar carrer Major amunt i carrer Major avall. Un espectacle per celebrar la victòria del feixisme. Això va passar a Terol, hi insisteixo. I hi ha relats semblants referits a Granada, Badajoz, Jaén, Madrid, Astúries, Huesca, Córdoba... una guerra contra Catalunya?

Ara, en temps de reivindicació nacionalista i de sobriranisme, hi ha un interès estrany en passar per alt el sentit i les conseqüències de la guerra civil (parlo de la guerra de 1936 a 1939, per si de cas algú ja havia caigut al parany). Hi ha veus -cíniques o grotesques- que diuen que la guerra que cal tenir en compte és una de molt anterior, que es recorda més o menys per força gràcies a l'efemèride de l'11 de setembre de 1714. Per què s'entesten tant els uns com els altres en enviar a l'oblit la guerra del general Franco i de la burgesia contra la classe obrera? I per què s'obsedeixen en explicar l'Alzamiento Nacional com una guerra d'Espanya contra Catalunya quan això no s'ha esdevingut mai -ni tan sols el tediós i obscur 1714?

Sigui com sigui, la salut mental col·lectiva no s'afavoreix amb mentides ni amb oblits ni amb tergiversacions barroeres. La història no explicada i silenciada es converteix en un tumor col·lectiu, en una bola d'insania allotjada al cor d'una societat. Tal com diria un psiquiatra, allò que cal és expressar-se, parlar, explicar. Per poder repensar, per poder reviure i reformular. Joan Perucho va fer una obra genial amb "Les històries naturals" perquè repensa, reescriu i qüestiona el lector. Parla de les guerres carlines, és clar, però més val això que la literatura oblidadissa i despistada que veiem tants cops escrita en català, fins i tot sota l'etiqueta del "gènere negre".  En aquest sentit, en Vilaplana escriu un text que cal llegir atentament: memòria i oblit, ossos soterrats en fosses comunes. A la guerra que va acabar el 1939 i no a la 1714, en què ningú no sap dir-nos qui lluitava contra qui, quines eren les ideologies enfrontades, quins els territoris de la comtesa. (Al Fossar de les Moreres, per cert, no hi ha cap mort de 1714).

Es troba a faltar una novel·lística que ajudi el lector català a repensar la història recent. La que va des de 1939 fins als nostres dies, la que qüestiona la transició. Per aquets dies tinc damunt la taula una novel·la excel·lent (i no negra) de l'Ignacio Martínez de Pisón, "El día de mañana" (Seix Barral, 2011) en què pregunta per la transició a Catalunya, sobretot a Barcelona. M'ha semblat un text brillant per qüestions literàries, però també perquè ajuda a repensar on som i des d'on venim per ser on som. Martínez de Pisón, nascut a Zaragoza (o "Saragossa" pels amics de canviar els topònims i que s'ofenen quan algú, parlant en castellà, diu "Lérida") parla d'immigració aragonesa a Catalunya. Parla del mite de la "integració" i del mite de la "terra d'acollida", parla d'un home que esdevé confident de la Brigada Social, de la Barcelona dels anys 60 i 70, que és la Barcelona de la meva infantesa. "El día de mañana" és una novel·la que contribueix a la salut col·lectiva dels catalans, malgrat que a molts catalans no els agradarà veure's retratats allà. Per això necessitem aquesta mena de textos, aquesta literatura. O bé el psiquiatra col·lectiu (i argentí?).

Resultat d'imatges de el dia de mañana

És possible que la distorsió sobiranista de la política catalana estigui impedint una revisió sana de la història recent. El més dramàtic, però, és que la major part de la literatura catalana que es publica avui contribueix al desastre. Quan la literatura (o l'art, en general) es doblega davant del discurs dels polítics al poder, deixa de ser literatura i deixa de ser art, i esdevé una crossa de la propaganda. Una crossa lamentable. Jo diria que aquesta actitud, tan vergonyosament generalitzada, és la responsable de què ens trobem amb una producció novel·lística xarona, dèbil, incapaç, ridícula i avorrida. I terminal, per desgràcia. Els qui escriuen novel·la cofoia, xiroia i amable amb el poder no deuen sospitar que estan liquidant la literatura catalana. Imbuïts de l'esperit de les desfilades amb uniforme, deuen sentir (que no pensar) que contribueixen a un causa noble. 

Acabo aquest text amb la cita d'un article del professor Jordi Llovet, extraordinàriament lúcid, on cita George Orwell, un altre lúcid. Lucidesa al quadrat:
Diu Orwell: “Una societat esdevé totalitària quan la seva estructura es torna manifestament artificial... La simple prevalença de determinades idees pot escampar una mena de verí que fa impossible abordar un tema rere l’altre amb propòsits literaris... Sempre que s’imposa una ortodòxia deixa d’haver-hi bona literatura”. 
I diu Llovet: "Catalunya! TV3! Independentisme de gresca i processó uniformada! Llegiu a fons aquest article dins el nostre llibre d’avui, i potser hi trobareu una de les causes, només una, del panorama eixorc, lànguid, desolat, pobrissó, indulgent, anèmic i esvaït no solament de la nostra literatura actual —la poesia n’és una excepció, com molt bé em va dir Marc Romera, que n’edita i en fa de molt bona—, sinó de tot l’àmbit cultural. Si jo fos marxant a Prades i conseller de Cultura en aquests moments —cosa del tot improbable—, no exportaria els castellers a l’Orient; importaria a Catalunya el bo i millor del que encara es fa, no a Espanya, però sí a la resta del continent".

Resultat d'imatges de els ossos soterrats


dimarts, 18 d’octubre del 2016

Elle i Paul Verhoeven

Resultat d'imatges de elle paul verhoeven

La primera cinta d'en Paul Verhoeven que vaig veure fou "El quart home", una cinta provocadora i angoixant, d'estètica molt barroca, i amb una banda sonora excepcional. Això va passar al cinema Verdi fa molts anys, el 1983, quan encara només hi havia una sala però era àmplia, còmode, tranquil·la. A l'entrada no es venien crispetes, només hi venien entrades per la sala. A la setmana següent hi vaig tornar, aquest cop acompanyat. Jo encara estava estudiant Magisteri i la col·lega de classe que va venir amb mi mai més no va voler acompanyar-me al cinema -ni enlloc. Verhoeven no és un director per a mestres de primària vocacionals, sens dubte. (Curiositats de la vida: actualment, ella no fa de mestra, i jo sí).

A mi sí que em va agradar la cinta, i em vaig anotar el nom del director. I el de l'actor protagonista, un encara força jove Jeroen Krabbé que després ha fet de tot, incloent-hi un malvat de James Bond. A "El quart home " (Die Vierde Man), Verhoeven aborda el tòpic de la dona fatal i de l'escriptor alcoholitzat amb energia i originalitat, però sense sortir-se dels límits que imposa el cinema negre. Però tot i així, en la seva imatgeria ja pressagiava una voluntat transgressora i un gust especial per la provocació visual. A la primera seqüència, l'actor s'alça del llit i avança de dret vers la càmera (o el rostre de l'espectador). Com que va nu, els seus genitals acaben ocupant la pantalla.

La carrera de Verhoeven és curiosa, rica i accidentada, plena d'encerts i de cintes d'encàrrec fetes a Hollywood, on la seva creativitat va quedar constrenyida pels paràmetres del cinema comercial nord-americà. Va dirigir obres de ciència ficció correctes, entre les quals "Total recall" (Desafío total, amb Arnold Schwarzenegger) i d'altres peces de gran èxit, com "Instinto básico", amb Sharon Stone. Té una pila de fans que el coneixen per "Starship Troopers", que és una incursió a la ciència-ficció de sèrie B amb insectes dolents i gegantins que sembla un video-joc estúpid. Qui coneix Verhoeven intueix quines aportacions personals del director hi ha en aquests films, però només ho intueix.

Després de quatre anys de silenci, Paul Verhoeven presenta "Elle", amb una Isabelle Huppert que, un cop superats els seixanta, sembla més poderosa i més inquietant que mai. A "Elle", Verhoeven deu haver trobat més llibertat creativa: la producció és europea i malgrat una indiscutible voluntat comercial, la pel·lícula circula pels marges dels gèneres, juga a fregar el ridícul i s'arrisca constanment amb tòpics, bromes i cites.
[No sempre que un personatge mira per una finestra què fan els veïns estem citant Hitchcock, em diu un amic, amb sarcasme. És cert. Però en aquest cas sí, tot i que Verhoeven, més que homenatjar el mestre del suspense americà, diria que se'n burla.] 

"Elle" és una cinta densa, de més de 2 hores de durada. Exposa una societat brutalment sexualitzada, però el sexe que explica és una forma de dominació, de sotmetiment i d'explotació de l'altre sense escrúpols, més enllà de qualsevol vestigi d'ètica. Ens explica que vivim en un món de llops (deu ser per això que la productora es diu "Entre chien et loup"?) que s'expressen per la sexualitat com una eina tan sofisticada com animalitzada (si això és possible). Verhoeven no s'estalvia la provocació i, en un món progressivament bèstia però alhora cada cop més hipòcrita i més beat, recupera l'instint transgressor i se la juga: pot ser que a una dona violada li agradi ser violada i desitgi que li torni a passar? Es poden trastocar els rols de víctima i agressor? Quins vincles secrets uneixen la presa i el llop que l'ha escollida? O és la presa qui ha escollit el seu llop?

El discurs d'"Elle" podria ser erràtic, perquè en la seva ànima barroca Verhoeven tal vegada vol tocar massa pals: es parla de determinisme i genètica, de classes i de jerarquies socials, de joves, adults i vells, d'amos i empleats, gerontofília i necrofília, de la indústria del video-joc, de l'ús de les emocions virtuals, de creients i d'ateus, es parla de Freud amb una certa lleugeresa i es fa un retrat brutal de la família com a origen del mal. Sense concessions de cap mena, sense cap oportunitat per a l'optimisme ni l'esperança. El final -una paròdia del happy end rodada en un cementiri de Paris- és gairebé una escopinada a la cara de la mentalitat burgesa triomfadora a Occident: només ens entendrem i ens respectarem després de morts?

Malgrat el barroquisme i un cert to naïf (trobo que són compatibles), "Elle" és una cinta que connecta amb un cinema quasi extingit, que s'adreça a l'espectador mirant-lo de cara. Un cinema de la mala llet que podria ser la millor pel·lícula de terror d'enguany. Sense zombis ni vampirs ni monstres abissals. No és per casualitat que "Elle" conté la millor caracterització d'un cadàver al tanatori que mai he vist al cinema: el maquillatge del pare mort és tan naturalista que hom es qüestiona la ficció i el joc de la versemblança. I si no, ja m'ho diran.

dimecres, 12 d’octubre del 2016

Negra i estranya

fantastic-blog

Fa uns dies, la Mireia Llinàs (Els enemics silenciosos, Columna, 2016) i un servidor vam anar a la Biblioteca La Bòbila, de l'Hospitalet de Llobregat, a parlar de la relació entre el gènere negre i el fantàstic. No cal argumentar la selecció dels autors i del tema: tant a la seva opera prima com a "Besòs Mar" (i a "Aire brut") hem afegit l'element fantàstic a una narració que situa el punt de partida en el negre i/o policial: la investigació d'un crim. L'hi hem afegit sense manies ni prevencions, amb convicció.

La conversa amb en Jordi Canal, que ens conduïa, va prendre vida pròpia, i la majoria dels apunts que duia no van ser exposats. És més: la llibreta on els havia anotat es va quedar dins de la motxila, i la motxila en un racó de la sala. Ara, passats un dies, retrobo aquells apunts i me n'adono que estaria bé donar-los una mica de visibilitat.

Allà hi duia unes anotacions extretes de Todorov, aquell crític estructuralista francès (però búlgar) que estava molt de moda fa trenta o quaranta anys. Todorov proposava una divisió dels contes del sobrenatural en tres categories: el meravellós, en què no és possible cap explicació racional dels fenòmens sobrenatuals (La Bíblia); l'estrany, en què sí és possible (La invención de Morel), i el fantàstic, en què la narració dubta sense poder decidir-se entre l'explicació racional i la sobrenatural (The Turn of the Screw).

[Segons Todorov, "Besòs Mar" seria un text fantàstic i "Aire Brut" un exemple de l'estrany amb elements del meravellós] 

Per raons no atribuïbles a Todorov, les nomenclatures "estrany" i "meravellós" han quedat força restringides i semblen pròpies només d'un discurs massa acadèmic, mentre que el terme "fantàstic" ha sobreviscut a força de devorar els altres, menys afortunats. "Fantàstic", doncs, sembla que inclou els altres i es converteix en el sinònim exitós de "sobrenatural" (paraula amb poc ús o fins i tot menyspreada en certs cercles). Fa unes setmanes, una autora del gènere negre que té un blog lamentava que els autors d'aquest gènere visquin sota la sospita de ser individus obscurs i pèrfids. No cal que li digui com ens deuen veure als qui escrivim negre i sobrenatural.

M'evito de caure al tòpic d'explicar que l'origen del relat negre és al mateix territori que el fantàstic (de l'estrany, en realitat) i tota aquella cançoneta vella i coneguda sobre el relat de Poe "Els assassinats del carrer de la Morgue". Sherlock Holmes també transita l'estrany amb reincidència, i especialment a "El gos dels Baskerville" (un altre exemple quasi tediós de tan repetit).

Els puristes i els ortodoxos diran que la gran novel·la negra americana de l'edat d'or del negre americà mai no va posar ni un peu al sobrenatural, i que tampoc surt dels exemples anteriors. Tenen raó. I no obstant la raó, La Cua de Palla va incloure un novel·la d'en David Ely, "Substituts" que sí que s'endinsa en l'estrany. La novel·la va ser duta al cinema el 1966 ("Seconds"), protagonitzada per en Rock Hudson en una ambientació que tendia cap a la ciència ficció conspiranoica, i que se situa no gaire lluny d'algunes obres de Philip K. Dick. En John Connolly, tant nord-americà i tan fosc com la Coca-cola, usa els elements sobrenaturals amb facilitat, possiblement per explicar que la gènesi del mal té quelcom de metafísic. En el nostre món d'avui, en Jordi Ledesma també s'atansa a l'estrany (o l'insinua) quan diu que, per explicar la realitat, no n'hi ha prou amb el realisme estricte: en Ledesma és més valent -i més artista- que la majoria.

Hom no escull els seus pares ni el país on neix (malgrat que alguns, després, se'n sentin tant cofois que fins es mostren disposats a donar la vida o a fer el ridícul per convertir aquest atzar en destí i en èpica). I, en realitat, tampoc no escull els llibres que llegeix. Almenys els llibres que llegeix durant els anys de formació com a lector. Jo, per exemple, vaig llegir molta novel·la europea i molta de russa abans d'anar a raure a la nord-americana, i no puc evitar ser deixeble d'una tradició novel·lística en què el sobrenatural o l'estrany es fan presents en narratives que no pertanyen precisament al gòtic si no a la sàtira social, o al costumisme o al retrat de determinades classes socials. Parlo de Gògol i de Txèkhov, per exemple, i sobretot de Bulgakov. Però també de Henry James, de Sterne, de Boccaccio, de Borges i dels inevitables llatinoamericans. A la literatura espanyola (incloent-hi la catalana), la simbiosi entre gèneres en la qual hi participa el sobrenatural és molt freqüent (de fet, aquesta opció deu provenir de l'antigor): a banda de les referències més conegudes com puguin ser l'Álvaro Cunqueiro, en Joan Perucho i l'Eduardo Mendoza, hi ha autors d'altres corrents que també han practicat la mescla. Un autor gens classificable en el sobrenatural com l'Alfonso Sastre (el referent del teatre del realisme social) té una novel·la estranya i fascinant, que és "Las noches lúgubres", on s'apropa al vampirisme des d'una perspectiva nova i que, si fos escrita avui, es publicaria -sens dubte- en una col·lecció de novel·la negra.

Estic una mica fatigat de sentir dir (fins i tot en boca de suposats experts i d'autores i autores) que allò que defineix la novel·la negra és un sentit molt agut de la crítica social, i d'aquesta afirmació se'n deriva que la novel·la negra ha de ser estrictament realista -i de vegades ensopidament costumista- com si l'acte creatiu hagués de quedar encorsetat a uns patrons caducats, i com si la imaginació i la gosadia haguessin estat suprimits de la ment dels autors i les autores. Si seguíssim aquest raonament, hauríem de dir que "El Quijote" és una novel·la negra, perquè és una novel·la de crítica social.

Entre els exemples més propers de fusió entre "negre" i "estrany" solc citar William Hjortsberg i el seu "Falling Angel" (1987), traduïda al català i duta al cinema amb el títol de "El cor de l'àngel". Hjorstberg ha estat un dels meu referents recents, ja que "El cor de l'àngel" em sembla una novel·la estrictament negra en la qual, i sense perjudici del realisme negre, es permet de situar Llucifer entre els personatges. Un Llucifer certament enganyós que es passeja pel metro i pel Central Park de la Nova York contemporània (o per Louisiana, en la seva adaptació al cinema).

No és novel·la però sí que beu molt de la literatura: la sèrie televisiva "True Detective" (a la temporada 1) és una passejada per la frontera entre negre i fantàstic (diríem que per l'estrany, per ser més precisos), i tria una opció que a mi m'agrada molt (és l'opció que vaig prendre a "Besòs Mar"): l'estrany és una mirada sobre la idea de "frontera" en sí mateixa: frontera entre gèneres, entre mons i paisatges, entre espais geogràfics, entre "normalitat" i "alteració" mental. (Algú em dirà que això ja ho va fer en Henry James a "The Turn of the Screw" i tindrà tota la raó del món).

[M'estalvio les referències al cinema, quasi infinites, en què negre i fantàstic (o estrany, sobrenatural) conviuen en joiosa harmonia i són no tan sols cintes molt notables si no que també grans èxits de taquilla].

Per als qui som fills de la cultura popular (ara reivindicada per un escriptor de Sant Adrià a qui menyspreen les elits de la cultura nacional, divinament puristes i jesuïticament educades), la mescla de negre i fantàstic és gairebé tan natural com l'aire que respirem. I la inclusió del popular a la novel·la és una conquesta, molesti a qui molesti. Els qui vam créixer llegint "El Víbora", "El Cairo", "1984" sabem que el dimoni es pot passejar pel carrer d'Escudellers sense que grinyoli la suspensió de la realitat, i que en un pis de la Plaça Reial hi pot viure un vampir que fa de proxeneta, tal com fa John Ajvide Lindqvist quan el situa en un suburbi de Copenhagen. Ningú no negarà que "Deixa'm entrar" és una novel·la negra-negra, capaç de situar la negror no tan sols als suburbis nòrdics -com fan tants- si no a la infantesa, i en aquest territori tan negre que és el bulling escolar, estranyament ignorat per uns autors negres que, amb pulcritud de beata catalana, eviten determinades qüestions fosques de l'espècie humana.

Acabo concloent quelcom que vam concloure l'altre dia a La Bòbila: la literatura ha de ser agosarada i ha de ser innovadora, i cal tenir molt present que les novel·les són mentides escrites amb intenció de fer art. Les novel·les (negres o roses) no tenen perquè cenyir-se o limitar-se a la "realitat" periodística, i no cal que a totes les novel·les negres hi hagi receptes de cuina o referències gastronòmiques (n'he trobat una en què hi apareix -oh, meravella del realisme- la recepta de la truita de patates). La novel·la, en canvi, ha de ser una imitació de la vida però no un retrat ensopit de la vida, i en aquesta imitació els viatges en el temps, la màgia negra i la transmigració de les ànimes són mostres d'imaginació i de capacitat.

*

Al capdavall, la marquesa no va sortir mai del palau a les cinc de la tarda. La marquesa no existeix ni ha existit mai: la marquesa és una mentida, i això sembla que s'oblidi. La marquesa, per tant, podria sortir volant per la finestra bo i ensangonada després de xuclar la sang del senyor comte, o podria traspassar una porta que la du a una altra època, on és una plebeia. Pel què més vulguis: no m'expliquis que la marquesa arriba a casa i es fa un llobarro al forn, i sobretot no em donis la recepta del llobarro al forn.

diumenge, 9 d’octubre del 2016

El fin de la novela negra

Resultat d'imatges de novela negra

Es probable que el público lector empiece a hartarse pronto de la novela negra nacional, e incluso de la extranjera. Ya se ven señales en el horizonte: el género histórico vuelve a la carga con fuerza, y el terror se reivindica enérgicamente. Es pensable que sea sustituida por cualquier otro género popular. Pongamos por ejemplo el rosa-histórico, que ya apunta por los entresijos de la mismísima negra. Cuando esa tendencia se haga más evidente se achacará a los caprichos de las modas. Algunas editoriales cerrarán persianas y otras se adaptarán al cambio. Los mamíferos pequeños (que eran los bichos más listos y adaptables), sobrevivieron al impacto del meteorito que terminó con los grandes dinosaurios. Y mira tu adónde llegaron.

El género negro volverá a la marginalidad. Se buscarán razones y culpables. Se hablará de abusos, de baja calidad y de premios inmerecidos. Todos llevarán alguna razón válida. Cuando se cerraron las minas asturianas sucedió lo mismo.

Como todo lo que se pone de moda, lo que lo extingue es el abuso inmisericorde y esa tendencia humana que se llama capitalismo, consistente en explotar deprisa deprisa los recursos hasta agotarlos. Y la presunción de que la gallina es infatigable en su facultad de poner huevos, y la ilusión de que estos serán de oro. Y la intención de que el oro vaya a mi bolsillo. Pero ¿qué pasa cuando la gallina sufre de anemia?

Me atrevo a situar el auge comercial de la novela negra/policial contemporánea a partir del éxito de Stieg Larsson. Es una hipótesis que debería estudiar mejor, pero ahí está, por si alguien tiene ganas de debatir. También hay que mencionar en la génesis del fenómeno la cinta ligeramente fascistoide (aunque bien rodada y con un gran trabajo escenográfico y artístico) "Seven". Sebastià Bennassar añadiría la réplica francesa "Los ríos de color púrpura", que es una peli de gran factura, con unas atmósferas fabulosas -y más progresista ideologicamente. No hay que olvidar a Quentin Tarantino y su "Reservoir dogs" aunque se cite más a menudo "Pulp fiction" -creo que menos interesante.

Vuelvo a la novela sueca. Por algo será que, en cualquier festival de novela negra catalana se habla del fenómeno nórdico para compararse con él y sacar la conclusión (previsible) de que nuestra producción nada tiene que envidiar a la de los vikingos. Aunque sea en negativo, se reconoce el papel fundamental de Larsson (Asa o Stieg), Mankell, Nesbo. Creo que los catalanes, si somos algo, siempre lo somos por comparación con otros. Yo soy pobre, pero si me comparo con los pobres de Uganda podría convencerme de que soy un catalán rico.

Lo que es indudable es que, al margen de los autores de la latitud de Copenhagen, la novela negra nacional bebe, se amamanta (y se atraganta incluso) de series televisivas. Las referencias cinéfilas son comunes, pero muy escasas las literarias. Este déficit es problemático. Cine y literatura se influyen, se relacionan y se intercambian fluidos. Eso es muy bueno. Siglos atrás, las sinergías y relaciones entre literatura, música y pintura dieron lugar a obras imprescindibles de cada una de esas artes. Es coherente que el cine se incorpore a la orgía del arte y la creación. Solo en eso somos mejores que los dioses (hay dioses creadores, pero ninguno artista).

Pero... (ahí está el inevitable "pero") cualquier relación entre artes que se expresan a través de gramáticas distintas debe ser una relación compleja. No vale con que la literatura imite los ritmos y las planificaciones del cine. Uno de los mejores guionistas del cine contemporáneo es Jean-Claude Carrière (investiguen ustedes), y Carrière es un tipo cultísimo. Es un hombre de cine, pero es un hombre literario, que escribe grandes guiones porqué es un autor leído que conoce la filosofía, el arte y la literatura.

Incluso en el caso de la literatura de entretenimiento popular, su filiación exclusiva con el cine comercial debería ser algo más crítica. Es demasiado obvio que tenemos a escritores muy aficionados al cine comercial pero también muy pocos lectores de los clásicos literarios. Uno no puede ponerse a escribir novelas (negras o rosas o amarillas o violetas) sin haber pasado por las páginas de los maestros.

Una de las mejores películas del Woody Allen reciente es "Match Point". En ella retoma a Dostoievsky y su "Crimen y castigo" por enésima vez. Aunque en "Match Point" cita al ruso explícitamente en una escena fantasmal hacia el final de la cinta, Allen ya había versionado a Fíodor en cintas anteriores, y en especial en "Delitos y faltas", que es una de sus mejores piezas. Releída con detenimiento, me parece que "Crimen y castigo" debería ser una referencia básica para los escritores que alegremente se sitúan en el género negro. Es obligatorio conocer la obra de ese autor. (A mi me gusta mucho "Los demonios").

Haber leído a Mankell, Larsson, Lemaitre, Redondo, Silva o Dan Brown no solo es irrelevante, si no que podría ser preferible no haberlo hecho. A quien hay que haber leído es al otro, al de San Petersburgo. Y a Sterne, Cervantes, Conrad, Shakespeare, Melville, Dickens, Bulgakov, Vargas Llosa, James, Zweig, Chaucer... Ningún director de cine se pone a dirigir una cinta sin haberse empapado de Dreyer, Eisenstein, Pasolini, Tarkovsky, Rossellini, Bergman. Para rebelarse contra una ley hay que conocer esta ley. Los genios del dadaísmo eran genios porque eran cultos. Durruti no atracaba bancos ni se cargaba obispos solo para entretenerse un rato.

No voy a negar que se deba estar al tanto de las novedades (por si la flauta suena), pero leer sólo novedades es algo tan provinciano que da escalofríos pensar en una generación de autores que solo conocen las novedades que la publicidad promociona.

Hay que haber leído y hay que haber pensado. Para ser moderno hay que saber de los clásicos. De lo contrario se hace el ridículo y se es un antiguo, que es lo opuesto a un clásico. Y por desgracia estamos saturados de autores que huelen a antiguos porqué no han leído a los clásicos, porqué jamás han sido modernos. Las colecciones de novela negra catalanas están repletas de textos antiguos y ridículos. Rafael Tasis escribió sus novelas policiales entre 1930 y 1960, y leído hoy resulta más moderno que la mayoría de los vivos.

Uno podría escribir una genialidad partiendo de la nada absoluta y del analfabetismo, es cierto. Pero es tan poco probable como que mañana Carles Puigdemont se convierta al socialismo federalista o que yo me entreviste con un cónsul extraterrestre. El analfabetismo y la ignorancia podrían llevar a un autor a escribir algo radicalmente nuevo, y este sueño del buen salvaje aplicado a la literatura estoy seguro de que baila en la cabeza de más de uno (hablo de escritores y de editores). Cuando pienso en esa posibilidad me acuerdo del cuento de Borges titulado "Pierre Menard, autor de el Quijote". Trata de un hombre que escribe El Quijote por aplicación del principo de las probabilidades: si la literatura es el arte de combinar palabras entonces es posible que, en un mundo de billones de personas capaces de escribir palabras, alguien de por casualidad con la combinación exacta de palabras que forman la novela de Cervantes.

Lo más normal, sin embargo, es que del analfabetismo cultural solo surja banalidad y debilidad. O ejercicios de literatura de entretenimiento barato y sin sustancia, textos que se leen en el metro y se olvidan al salir a la luz de la calle. Textos que solo trascienden brevemente por el efecto de las redes sociales y esa mentalidad de instagram: me hago una foto mientras leo y la subo a la red. Y el autor se regocija y la reproduce en su página de facebook, y piensa que ya es alguien porque igual vende otro ejemplar. Hay escritores publicados que se se jactan de no haber leído nada. Como si la virtud de la virginidad fuese extensible a todo. ¿Será que no conseguimos librarnos de las manías católicas?.

Pero el lector -repito- el lector no es tonto y al final se da cuenta de que le venden papel encuadernado que no contiene literatura ni pensamiento ni análisis ni verdad alguna. Y al final se cansa y se va hacia otra parte. Y es por todo eso que la novela negra nacional se va a terminar.

Aunque no lo parezca, el autor de estas líneas sufre de un cierto optimismo, que es una patología rara. El fin de la moda de la novela negra lo veo como una buena noticia. Permanecerá lo bueno, volverá el esfuerzo por escribir bien. Sin despreciar a la literatura del entretenimiento, pero sin olvidarse tan por completo de que la literatura aspira a ser arte. Y de que el arte sirve para pensar y hacernos un poco mejores en algo, si es posible.

_________
Nota: pido disculpas por el tono del título, demasiado apocalíptico. Pero hay que hacer trampas y trucos y malabares para ser visible... Uno sabe que se publican tantas cosas en la red...

dilluns, 3 d’octubre del 2016

Henning Mankell, últimes paraules

Resultat d'imatges de arenas movedizas mankell

"Arenas movedizas" (Kvicksand) és el darrer llibre de Mankell i el primer d'aquest autor que he estat capaç de llegir fins a la darrera plana. L'únic text de Mankell que ha aconseguit mantenir-me atent i fins al final. No és cap novel·la, tot i que té quelcom d'autoficció. Mankell hi explica el seu final. Comença amb un capítol narratiu -i potser el més brillant- on relata com va arribar el diagnòstic d'un càncer, de pronòstic molt lleig. És aquesta la malaltia que el va dur a la tomba ara fa un any, el proper dia 5 d'octubre.

A continuació, el suec obre les portes de la memòria, de la infantesa, de les lectures i els viatges, els temors antics, les imaginacions, les pressumpcions. Ho fa sense ordre cronològic: amb el cor, a través dels enllaços que es creen als racons de la ment, on es mesclen visions i oblits, el misteri de la sinapsi. Mankell gira en espiral, sempre al voltant d'un mateix centre inamovible -o que es desplaça molt lentament. S'allunya d'ell perquè la corva cada cop és més àmplia, però mai no perd el centre de gravetat. Gira tal com giren les galàxies, l'univers sencer. El centre és, naturalment, l'avís de la mort imminent, la malaltia. El centre són dues o tres preguntes que tenen a veure amb el final: què deixaré? Però Mankell no es pregunta tan sols per sí mateix. Com els existencialistes, sap que la mort individual, la pròpia mort, és la fi del món (hi ha un deix de sol·lipsisme en aquesta mirada, però crec que és un sol·lipsisme molt comprensible i gairebé inevitable). I per això es demana, també, què deixarem nosaltres, aquesta civilització que, ens agradi o no, és la nostra.

Per descobrir quin serà el nostre llegat col·lectiu, Mankell recorre a l'art: deixarem Bach? Rembrandt? Rubens? Però vet aquí que Mankell és un pessimista. I un pessimista amb càncer, que sap que la broma s'acaba. Potser per això, Mankell conclou que el llegat de la nostra civilització per a la humanitat futura són els cementiris de residus nuclears.

En algun moment de la vida, l'escriptor suec va saber que a les muntanyes fineses hi ha un lloc anomenat Onkalo, on s'hi ha construït una cova artificial enorme, en la qual es guarda un dels majors arsenals de residus nuclears del món. Els enginyers i els arquitectes diuen que han dissenyat un amagatall (un abocador de merda radioactiva) capaç d'emmagatzemar els residus durant cent mil anys. Inevitablement, Mankell somriu, irònic. I es demana, amb una mala llet evident: quin home pot pretendre crear una obra que duri cent mil anys? 

A través de prop de 400 planes, Mankell transita imatges de petit, visites a museus (té un gran capítol dedicat a la contemplació del quadre de Géricault "Els nàufrags de la Medusa"), a ruïnes d'arreu del planeta, a anècdotes tràgiques viscudes a l'Àfrica, reflexions sobre el present, la ciència, la història.

El lector no tarda gaire en adonar-se que alguna cosa no funciona en l'engranatge, que hi ha alguna peça rovellada. Perquè si bé Mankell té una mirada pessimista sobre la història de la humanitat, en canvi es mostra jovialment optimista respecte de les possibilitats de curar-se el càncer. Fins i tot escriu algun capítol amb una mirada ingenua sobre l'esperança, que diu que és allò que ens salva. (Zizek diu que l'esperança ens esclavitza, i durant un instant m'imagino un debat entre Mankell i Zizek). I és en aquest punt on sento, de sobte, una proximitat amb en Henning que no me l'esperava: m'identifico en la contradicció flagrant (i quasi pueril) que deixa escrita. Un pessimista metòdic que es deixa dur per l'optimisme davant les possibilitats de sobreviure a un càncer? Mankell fa tan evident i tan ostensible la contradicció que em commou. I més encara sabent que va morir el 5 d'octubre de 2015, un any després que escrivís "Arenas movedizas" i un mes després que la hi traduïssin al castellà.

Malgrat les empaties, he de dir que a "Arenas movedizas" Mankell exposa les seves limitacions com a escriptor que li havia vist en d'altres obres, les novel·les policials que mai no he aconseguit acabar. Alguna d'elles la vaig abandonar a la pàgina 100, d'altres a la 40.

Henning Mankell és un escriptor correcte i prou. Amb traça i amb ofici, perquè és un paio culte i que pensa pel seu compte, però per a mi sempre es queda a una passa del geni, com si li faltés l'alè al darrer instant. Un coit sense orgasme, una alegria sense joia. No ho dic tan sols perquè el seu personatge Wallander sigui policia i a mi els policies em provoquin un rebuig visceral (àdhuc els de ficció), si no perquè les reflexions i les descripcions sempre s'aturen un graó abans d'arribar al cim. A "Arenas movedizas" li passa exactamant això. El geni no brilla i falta la frase final, la que preveus que dirà però no diu, ai làs!. Els passa a alguns escriptors socialdemòcrates.

Quan acabo la lectura de Mankell penso en què és un dels autors preferits de molts dels col·legues que escriuen novel·la negra (i/o policial) en català: això em fa pensar. Si aquest és el model, no em sorprèn que les còpies (catalanes) siguin com són. Avorrides per un excés de correcció, per la manca d'agosarament i d'imaginació, perquè no gosen anar una mica més enllà del que és vulgar i evident. Admirar i voler imitar un autor que no passa mai de correcte garanteix la prossecució de la maledicció. Aboca a la mediocritat.

Però malgrat el darrer paràgraf, he de dir que la lectura de Mankell és aconsellable, és un text commovedor i tendre fins i tot perquè és ingenu moltes vegades. És el relat d'un home normal que s'enfronta a les preguntes que se sap fer, en el moment en què és inevitable fer-se-les (o impossible no fer-se-les). Tant de bo, quan sigui el moment, jo sigui capaç de formular-me-les i tan se val si els dono bones respostes: em pregunto si sabré fer-me les de veritat.

Ah! Seigneur! Donnez-moi la force et le courage de contempler mon coeur et mon corps sans dégoût !

Resultat d'imatges de arenas movedizas

dimecres, 14 de setembre del 2016

La foscor mediterrània de Massimo Carlotto

aquesta ressenya no l'hagués poguda escriure sense l'Àlex Martín i en Jordi Canal, als qui els dec el coneixement de l'obra de Massimo Carlotto.

Resultat d'imatges de la oscura inmensidad de la muerte

En Massimo Carlotto, al qual vaig començar a llegir a través de "La vida fugint", ressenyada tot just aquí, és l'autor de "La oscura inmensidad de la muerte", novel·la publicada a la península per Emecé (Planeta) i bellament traduïda al castellà per Cristina Serna, el 2010. (Esperem que aviat hi hagi un Carlotto en català). És bo llegir novel·la negra escrita als països mediterranis i és bo saber que no tan sols Camilleri cultiva el gènere en italià. Com si diguéssim, a Itàlia hi ha un tipus anomenat Camilleri que fa coses policials i un altre, en Massimo Carlotto, que fa literatura negra. Ho dic així per situar-nos.

A les primeres planes de "La oscura inmensidad de la muerte" vaig pensar que en Carlotto havia triat un títol massa llarg i massa barroc, però això ho vaig obviar de seguida. El text és diàfan i directe, cru i visceral. No hi ha floritura, no hi ha ornaments. Està escrit des de l'estómac i per això les frases que diu oprimeixen aquest mateix òrgan del lector. Tot un model. Són frases de veritat i la veritat esdevé l'estil.

Als qui pensen que la novel·la negra són bons arguments i bones trames i girs enginyosos i aquesta mena de coses banals, els dic que en Carlotto també els agradarà perquè hi trobaran tot això i en dosis de mestre. Hi ha una diabòlica tendència a la planificació argumental que funciona com un rellotge ben greixat, d'engranatge tan subtil com eficaç. Als qui creuen que la novel·la negra es una atmosfera i una mirada pessimista sobre la humanitat, els dic que en Carlotto els omplirà de satisfacció.

L'argument explica una venjança. Una venjança freda. Glacial. No és pas per casualitat que un dels personatges dugui el nom d'Oreste (espero que aquesta referència encara signifiqui alguna cosa en temps de caçadors de Pokèmons). A en Silvano Contin uns atracadors li han matat la dona i el fill per fugir de la policia, i ell, sotmès a la negror immensa de la mort que l'envolta, s'espera durant quinze anys per dur a terme la revenja. I quan ho fa és per oportunisme, perquè l'atzar li dóna l'opció de penetrar en el mal. Aquest és un element clau, tal com fa l'expressió popular "l'ocasió fa el lladre". L'ocasió fa el lladre i el marit infidel i el polític corrupte. Entre la bona persona i el malvat tan sols hi ha la debilíssima línia de l'atzar. Això explica qui som molt millor que qualsevol tractat de moral i de decència. L'argument podria assemblar-se al de "La bèstia ha de morir" d'en Nicholas Blake, que fou versionat per al cinema en una adaptació brillant de Claude Chabrol ("Que la bête meure", 1969).

Però en Carlotto construeix una narració en què dóna veu als dos pols: la víctima i el botxí. I explica que aquests papers són intercambiables, ja que la víctima pot esdevenir botxí, i talment a la inversa. Una simetria esgarrifosa enfronta el lector a un debat moral poc comú en un gènere que massa vegades tendeix al maniqueïsme pret-a-porter o a un insuportable paternalisme. Qui busqui bons i dolents que no s'hi apropi, perquè es farà un embolic.

Haver començat a llegir en Massimo Carlotto pel seu treball autobiogràfic "La vida fugint" planteja algun avantatge: el lector de "La vida fugint" sap que l'autor ha estat pres i que coneix la presó de veres. Algunes descripcions de la presó per dins sonen extraordinàriament versemblants i hom se n'adona que això no es pot escriure si no es coneix:
A les 7:00 neteja. Els dies parells toca fregona i amoniac. A les 7,30 passa el carret del l'esmorzar [...] Demà és dimarts: minestrone, mortadel·la i amanida.
De manera que quan dóna veu a en Raffaello Beggiato, que s'està morint de càncer a la cangrí, sap que no parla d'oïdes. Quan opina sobre els educadors socials o els reeducacdors voluntaris o els carecellers no hi fa broma. No hi ha condescendència.

Ni condescendència ni pietat: l'home és una bèstia per als altres homes. És el llop d'en Hobbes. El mot "corrupte", el mot "estúpid"  i el mot "policia" defineixen una mateixa categoria moral i una mateixa professió. Qui persegueix el llop acaba per assemblar-s'hi, i aquí hi ha pocs matisos a fer. Què amaguen les bones intencions i la caritat? Quin paper juga la premsa quan jutja? Hi ha algú que sigui innocent? Quin és el sentit de la paraula "justícia"?

A aquesta darrera pregunta hi respòn -en part- la cita que encapçala el llibre, i fa bo de veure que en Rafael Sánchez Ferlosio és ben conegut a Itàlia:
(Justicieros.) Los hay que, si la Ciencia descubriese el medio, prolongarían 1.000 años la vida de los reos, a fin de que llegasen a cumplir 1.000 años de condena. ¿Pues no lo hizo ya Dios, cuando fundó la eternidad, para que los réprobos pudiesen padecer eternamente las penas del infierno?
Resultat d'imatges de massimo carlotto

dimarts, 6 de setembre del 2016

Massimo Carlotto, l'escriptor fugitiu

Resultat d'imatges de la vida fugint

Massimo Carlotto és un dels autors de gènere negre més valorats a Itàlia. El representant, segons la premsa de la cosa literària, del "Mediterranean noir". Això no deixa de ser una etiqueta (una més!), però aquesta expressió propera a l'oximoron situa el lector. Ara, quan escric aquesta ressenya, estic immergit en la lectura de "La oscura inmensidad de la muerte", una novel·la poderosa, terrible i escrita amb un estil sobri i poètic. Però cada cosa al seu temps: he decidit començar l'obra de Massimo Carlotto pel seu únic text no novel·lístic, "La vida fugint", que és l'autobiografia d'un periode la vida de l'escriptor.

Tal com ja sabíem, la realitat sembla més fictícia que la ficció: allò que explica Carlotto en aquest text tan breu com bell, intens i emocionant, és tan real que seria impensable en forma de novel·la. Si "La vida fugint" es presentés com a novel·la de ficció, qualsevol lector protestaria davant d'una imaginació tan delirant i tan escassament versemblant.  

Carlotto es diu Massimo de nom, però durant molts anys fou molt més conegut com "el cas Carlotto", un escàndol policial i judicial enorme que sembla una actualització del procés de Kafka. Des que el 20 de gener de 1976 fou detingut a Pàdua, acusat d'un assassinat del qual no n'era culpable fins a l'abril de 1993 en què fou indultat, han passat 17 anys. Durant la major part d'aquest temps, Carlotto opta per l'alternativa que li permet viure en llibertat: fuig d'Itàlia i viu a la clandestinitat. A Paris, al País Basc i finalment a Mèxic.

Aquest periode és el que explica a "La vida fugint", relat autobiogràfic dels anys viscuts a l'exili que defineix com "una presó a l'aire lliure". Es pot llegir com un relat d'aventures curiosament irònic i autoirònic, que és una categoria rara en les autobiografies. Carlotto, potser pel temperament mediterrani, no pot evitar riure's de sí mateix i té una tendència fabulosa a relatar situacions en les quals surt malparat, i és justament aquest recurs el que apropa l'autor al lector, el que més empatia desvetlla.

Carlotto fou, de molt jove, militant de l'organització d'extrema esquerra "Lotta Continua" i aquest militància fa que, un cop a l'exili, connecti de seguida amb els exiliats del món reunits a la vella pàtria dels apàtrides, el París dels anys 80. És allà on es troba espanyols i, sobretot, llatinoamericans. Els primers fugen de la pseudodemocràcia sorgida de la Transició dels Suárez i Pujol i els segons de les múltiples dictadures sanguinàries del centre i del sud d'Amèrica.

Quan decideix, finalment, que la pàtria que més li escau és la de la revolución inconclusa de Zapata, Carlotto se'n va a Mèxic. Les millors pàgines del llibre són, sens dubte, les del periple mexicà. El Mèxic que descriu enllaça amb el Mèxic que explica Buñuel a les seves memòries. El país més surrealista del món. Però també són les pàgines més àrdues i més amargues, perquè el jove italià es revolta intensament davant la injustícia, la barbàrie policial i la impunitat dels assassins. Les experiències viscudes a Mèxic DF eleven el to del llibre, i és allà on Carlotto desplega una rara habilitat per relacionar reflexions personals amb anècdotes (terribles), escenes d'amor i desesperació, dissertacions sobre l'obesitat i la bulímia, la vida, la mort. Caldria que tots visquéssim una vegada a Mèxic?

Com es forja un escriptor? Què fa que un text s'apropi a l'art de la literatura i que un altre sigui simplement una bona redacció? Vet aquí el misteri. És inevitable pensar en sensibilitats i dons especials que la natura concedeix amb el caprici que la caracteritza. Però també compta l'experiència, i l'experiència no és altra que el sofriment. Qui no ha sofert probablement no té res interessant a dir, res a compartir. Caravaggio, italià com Carlotto, sempre m'ha semblat l'artista complet perquè allò que explica a la seva pintura brutal és el testimoni d'un sofriment que explica l'essència de la vida humana. De la mateixa manera que la millor pel·lícula de Buñuel podria ser "Los olvidados", la seva mirada més honesta sobre la Ciutat de Mèxic.

Aquestes són algunes de les reflexions, les idees i les imatges que m'ha dut "La vida fugint" amb tan sols 200 pàgines de prosa àgil, plena de passió per la vida fins i tot quan Carlotto explica amb detalls esgarrifosos com va planificar el seu suïcidi quan ja no podia més. La literatura es fa vida, i la vida, literatura. És això el que ens salva. L'art. Sense ell, i sense allò que anomenem amor, som bestioles cruels, la pitjor espècie de bestiola cruel.

La vida fugint
Massimo Carlotto
Traducció de Miquel Pairolí
Edicions La Campana, Barcelona 2003
(Préstec de la biblioteca La Bòbila de l'Hospitalet)

dimecres, 27 de juliol del 2016

Malditos roedores (Ibáñez y Ribas en Gijón)



Hace años se llevó a cabo un experimento de psicología conductista muy conocido por el gran público, ya que a menudo se le cita incluso en televisión. Hoy el conductismo vuelve, aunque quizás un poco como todo, en una versión diluida, apta para todos los públicos y destinada al entretenimiento de las masas. Debe ser por esa razón que se me ha ocurrido pensar en él incluso cuando pensaba en las cosas de la novela negra española.

En aquel experimento metieron a un grupo de ratitas blancas en un espacio cerrado y con paredes de cristal, como una pecera pero con el suelo metálico y conectado a unos cables eléctricos. Al principio el suelo no está electrificado: los ratoncitos husmean con sus hocicos rosados, se saludan, buscan comida. Todo en paz y harmonía. Pero luego el experimentador activa un resorte, un dosificador de electricidad: el suelo de la jaula vibra y se llena de voltios. Es una descarga intensa y creciente, pero jamás es letal. A medida que la electricidad aumenta de potencia, los ratoncitos pasan de nerviosos a agresivos. Agresivos y luchadores, los unos contra los otros.

Los roedores pelean porque el medio se ha vuelto hostil. Están aterrorizados y su respuesta es la lucha. Se atacan, me muerden, se arañan.

Todo eso lo he recordado después de leer una polémica sobre género y novela que arrancó en el "festival" de novela negra de Gijón de este año y que se puede leer aquí. Para resumirlo (con todo el riesgo que contiene resumir): los escritores Rosa Ribas y Julián Ibáñez se enzarzaron en una disputa bastante agria por la cuestión de la presencia (en realidad por su contrario, la ausencia) de novelas debidas a la mano femenina en la selección previa al fallo que debía premiar la mejor novela negra publicada en el último año. Rosa Ribas lamentó en la lectura del fallo del jurado este déficit, y Julián Ibáñez respondió en un tono no muy alejado del que usa para escribir sus novelas. Luego se apuntaron otras voces al debate y el asunto subió de tono.

A mi me pareció una disputa de otro tiempo, de uno pretérito. Pretérito imperfecto, por supuesto. Pero luego me doy cuenta de que todo tiene una explicación. Intuyo que por detrás de las quejas, los agravios y las reivindicaciones asoma una hostilidad como la de los ratones del experimento.

Ya no se venden libros. Andamos por un territorio extraño que obedece a un mapa nuevo, una "terra incognita". ¿Adónde va el asunto del libro y el lector? ¿Qué le sucede al mercado editorial? La literatura es arte pero es también mercado. Aumentan las editoriales y los escritores al mismo ritmo que descienden los "consumidores". A veces uno diría que compran libros los escritores, o incluso que quienes antes compraban libros ahora los escriben pero ya no compran. El pastel se ha hecho pequeño y parece que tiende a desaparecer. Los autores se ponen nerviosos, discuten por cualquier motivo. Hay que promocionarse y hacerse visible a toda costa. Incluso mordiendo.

Discutirse por el asunto del género creo que es nuevo. Un nuevo campo de batalla. Vamos ampliando el campo de batalla. Pienso (o siento) que quizás nos encontramos ante el reflejo de algo más terrible, más grande, más global. Un clima de tensión creciente, la violencia planea sobre la vieja Europa ensimismada y decadente que antes fue adalid de los derechos humanos y la cultura de la paz. Florecen los nacionalismos y otras formas de egoísmo, se habla mucho de fronteras, de restringir derechos, de revisar todo lo que contenga el concepto de igualdad. (La fraternidad y la hermandad llevan años sin ni tan siquiera nombrarse).

Los ratoncitos hemos empezado a arañarnos. Creo que luego vendrán las dentelladas.

Después de pensar en ratones y psicología conductista pensé en otras cosas: Cervantes y su Quijote, la genialidad con la cual pretendió cargarse el género novelístico de moda de su tiempo y resulta que creó la novela contemporánea. ¿Destrucción y creación son lo mismo? Quizás estaría bien burlarse de la novela negra en una novela. Quizás estaría bien escribir sobre escritores de novela negra que dirimen sobre la mejor novela del año. En "El Maestro y Margarita", Bulgakov sitúa al mismísimo demonio en la sede de la santa academia de escritores de todas las Rusias y decide convertirles a todos en ratas, ya que el diablo tiene este tipo de poderes mágicos y negros. Mira tu por donde cierro el círculo de ratones y escritores y escritoras. Me gusta la idea de Bulgakov.

Luego también he pensado en la enorme vitalidad de la literatura latinoamericana y me pregunto si allí discuten por cuotas de género. Lo desconozco pero algo me dice que no lo hacen. Creo que en Europa hay más ratones que hombres y mujeres, y que hay más luz por allende los mares. Hoy por hoy, la gente de aquella zona nos gana en democracia, en proyectos y en esperanza.

Termino ya porqué tengo la desagradable sensación de haberme metido en un berenjenal ajeno, y yo no puedo aportar muchas titulaciones universitarias y soy maestro de primaria. Me siento como si me hubiese colado, sin invitación, en una fiesta de las que montaba el Gran Gatsby, con toda aquella gente tan selecta.

dimarts, 12 de juliol del 2016

L'estiu de l'escriptor diletant (1)

[La taula de color rosa amb les llibretes, el lloc on passo hores escrivint]

Fou en Josep Pla el qui va recomanar que, si tens una passió, procuris no convertir-la en la teva professió. És a dir: evita que t'hagis de guanyar les garrofes amb la teva passió. Perquè podria acabar com la Passió. La recomanació d'en Pla és discutible. Però la discussió ens podria dur a un univers infinit de contradiccions i paradoxes.

Jo volia ser escriptor des de petit, però vaig créixer en una família pobra que es refiava molt poc de les possibilitats que els fills de casa pobra puguin viure (viure amb dignitat, vull dir) dels beneficis econòmics d'una activitat artística. Vaig estudiar més o menys per obligació, perquè jo volia escriure contes i pintar, i aquestes dues activitats s'interferien amb la cosa de l'estudi, els horaris estrictes de les classes, etc. 

Per fortuna -i amb el temps- vaig descobrir que l'educació (o l'ensenyament) m'interessaven molt i finalment és això el que vaig estudiar, després de perdre dos anys a la Facultat de filosofia i un a la de filologia. Molts anys més tard vaig començar a treballar a l'ensenyament. Ara per ara no sabria dir quin dels dos camps m'interessa més. L'ensenyament i l'escriptura tenen coses en comú que ara no explicaré, però que tenen a veure amb una intenció d'explicar i de compartir el coneixement amb els altres. Amb els anys, també he après que el temps de la vida és finit i que les energies del cos tendeixen a minvar. Cal centrar-se. No es pot fer (ben fet) tot el que hom voldria en una sola vida. I jo diria que només n'hi ha una: vet aquí la gràcia i la desgràcia alhora.

Treballar a l'ensenyament deixa més temps lliure que treballar a la construcció o a les caixes del Mercadona (però menys que a la banca o a la burocràcia de l'estat), i per això m'he permès conjuminar la feina de mestre amb l'escriptura, i ahora, de tant en tant, la pintura. Algú podrà dir que el meu compromís amb l'art és més petit que aquell compromís del qui es llença al doble salt mortal i sense xarxa. Això caldria parlar-ho. Potser perquè em vaig educar en aquella família pobra, a mi em funciona bé així. Diuen que en William Shakespeare treballava per al seu pare moliner mentre escrivia teatre, però és tan sols una hipòtesi.

Darrerament, en Sebastià Bennasar parla molt de la precarietat de l'escriptor. Hi empatitzo molt, del tot. Tot aquell que hagi intentat escriure (i publicar) un text litarari deu saber les hores infinites que s'hi posen. Jo miro poca TV i no m'agrada el futbol. Però de vegades també necessito retallar hores de son. I no és una qüestió de temps invertit: es tracta de l'esforç. Jo he passat més de quatre hores en un sol paràgraf i l'endemà l'he esborrat perquè el trobava fluix, mediocre. Per poder escriure cal llegir molt. I llegir també demana un esforç important. Cal llegir atentament, apuntar, buscar paraules i referències. És frustrant que l'escriptor (català) percebi els diners que percep -si en percep- a canvi de la feina enorme que fa.

De la frustració és pot passar amb relativa facilitat a la indignació. L'escriptor sol cobrar al voltant d'un 10% del preu de cada exemplar venut. Sabent com és el mercat del llibre en català, és fàcil comprendre que la professionalització és impossible. En el camp de la música, molts compositors es dediquen a vendre directament la seva obra via internet. Però parlo de persones com en Tom Yorke, capaç de vendre a tot el planeta la seva música. La seva solució no és aplicable a la de l'escriptor en català.

I així he de dir que, malgrat l'empatia que em desvetllen els articles d'en Bennasar, també sento que potser caldria plantejar les coses pensant en les alternatives viables. A Catalunya, el nombre de publicacions ha crescut molt per sobre del nombre de lectors/compradors. Això és un fet. Fa poc, un editor català proposava reduir el nombre de publicacions i augmentar el criteri de qualitat. Crec que va posar el dit a la llaga. 

Em relaciono amb moltes persones que, gràcies a Déu, no pertanyen a cap capelleta literària catalana. Em solc interessar per la seva vida com a lectors. Molts em diuen que no solen llegir. D'entre els que sí llegeixen, poquíssims llegeixen produccions catalanes actuals. N'hi ha dos que em van dir (sic): "M'agrada la novel·la negra, però un cop me'n vaig comprar una de catalana i no em va agradar gens, de manera que vaig deixar-ho córrer i vaig tornar als meus autors estrangers".

Podríem entretenir-nos a buscar entre els sospitosos habituals:

  • els mitjans catalans no promocionen els autors catalans, ni els públics ni els privats.
  • les editorials catalanes no inverteixen en publicitat o són maldestres en aquest apartat, i són invisibles tot i que es queixen molt.
  • hi ha una mala política (una nul·la política) de suport a la creació catalana, malgrat les continuades declaracions de supremacia catalana i de la cosa sobiranística. (I su us plau, que no em responguin que "ja ho arreglarem quan siguem independents" perquè un sant s'hi va morir -i no s'ho creu ni Déu).
Crec que -lamentablement- les tres respostes són certes. Tan certes com que la Lluna és el satèl·lit de la Terra. Però també cal fer autocrítica i demanar-se, humilment, si no serà que la literatura catalana té una qualitat més aviat escassa o, com a mínim, una capacitat molt petita per crear lectors fidels. (Que consti que jo sóc partidari del lector infidel perquè és un lector curiós: l'actitud de tasta-olletes és molt recomanable en el "consum" d'obres artístiques).

Per acabar aquest primer fascicle de la meva tesi, deixo tres preguntes que intentaré resoldre al proper lliurament, perquè així anem pensant entre tots:
  • hi ha cap relació entre la falta de compromís i la qualitat literària? Són millors escriptors els escriptors més implicats (els qui volen viure de l'escriptura?).
  • és bo que l'escriptor mostri públicament les seves idees i compromisos polítics, o és preferible que "escrigui novel·les i prou"? L'exposició de les seves preferències socials, culturals i polítiques crea lectors o fa perdre lectors?
  • els escriptors catalans escriuen amb voluntat de crear obres interessants o bé busquen massa l'entreteniment? Ens hem platejat quina literatura ens cal? Escrivim pensant en el mercat o escrivim pensant en allò que volem dir? Quina diferència hi ha entre "dir" i "explicar històries"?
[Fins a la setmana que ve, en què donaré les meves respostes i plantejaré algunes propostes que molestaran més d'un].