dissabte, 27 d’octubre del 2018

La maldad hereditaria (Hereditary)

Resultat d'imatges de hereditary

Hacer cine de terror con dignidad y aportando cosas nuevas está muy difícil. Por este motivo me quedo con los clásicos, aún reconociendo que ellos lo tuvieron más fácil: tenían todo el terreno virgen ante ellos y cada osadía abría un nuevo camino. Vistos a día de hoy, algunos hitos del terror pecan de ingenuidad, pero excelen en imaginación y en valentía: construían su imaginario sobre la nada, apenas sin referentes ni citas. "Demencia 13", la cinta gótica del joven Coppola, es casi experimental. "Carnival of souls", del 62, es casi pueril, pero descubre un montón de recursos baratos y efectivos. Y ¡qué decir de "La noche del demonio", de Tourneur! Y luego, más atrás en el tiempo, las grandes creaciones del expresionismo alemán (y sus réplicas americanas). Mi lista de imprescindibles del género se inicia con "El gabinete del Doctor Caligari", y a veces pienso que el cine se inventó para ella y sus secuelas.

Alguien dirá que, en realidad, deberíamos ser mejores y más creativos ahora, creciendo sobre el sustrato de todo lo rodado anteriormente. Pero sin embargo, la experiencia del sufrido seguidor del terror fantástico demuestra que la creatividad disminuye, se achica e incluso desaparece. Solo muy de vez en cuando aparece una propuesta distinta.

Es el caso de "Hereditary", una cinta que aún recurriendo a muchas citas y referencias, por lo menos intenta abrir caminos nuevos. Por lo menos lo intenta. Ari Aster, director y guionista, destaca por el tratamiento visual de la cinta con un interesante juego de miniaturas, maquetas y dioramas rodados con lentes que confunden al espectador, ya que practica un extraño juego de muñecas rusas.

Tratar a los humanos como si fuesen muñequitos, sometidos al capricho de un ser superior (y cruel) puede ser una metáfora del propio cine, y una ironía sobre la figura del director. También puede ser una hipótesis sobre la naturaleza de Dios. Y, quien dice Dios, dice el Diablo, que asoma sus cuernos en la cinta. A la vez, parece un referencia a la prosa de Thomas Ligotti, posiblemente el más innovador de los escritores de terror contemporáneos. En los cuentos de Ligotti, los humanos son tratados como marionetas, o las marionetas como seres humanos.

Aster renuncia al susto, al uso de la música como instrumento para enervar al respetable y a la previsibilidad. El resultado es que "Hereditary" no pega sustos pero, sin embargo, produce algo mucho peor: deja al espectador con muy mal cuerpo. Es lo mismo que hace Ligotti en sus cuentos, crear desasosiego, pena, un malestar indefinido. Ligotti avanza dos pasos más desde el lugar en donde nos dejó Lovecraft.  El visionado de la cinta es una inmersión lenta pero segura y eficaz en el horror, lo feo, lo desagradable. Para ello se sirve de todo lo que dispone: algo de psicoanálisis, algo de terror a la muerte, algo de asqueroso, de tedio, de maloliente, de pesadilla, de estupidez. Incluso algo extraído del "Diccionario Infernal" de Colin de Plancy. Es un retrato de lo gratuito y estúpido que es el mal, lo malo, la desgracia. Sus personajes -como muñecos desdichados- sufren toda clase de atropellos, algunos de crueldad insidiosa, cósmica, y cuentan la vida humana como un relato insoportable.

Eso es una caída, dice Aster, y hacia abajo no hay límite. Se diría que, para escribir el guión, Aster se soltó por la pendiente hacia la negrura y no puso freno a su imaginario negro. Me da un poco de miedo pensar en lo que sueña la cabecita de este director, nacido en 1986 (¡32 añitos!) y con cara de niño bueno. Su imaginario debe atormentarle mucho: no hay nada positivo ni alegre ni tan siquiera neutro en la cinta. Quizás no habría estado mal introducir un personaje o una situación de tono optimista, positivo, luminoso: aunque solo fuese para contrastar, por lo del contrapunto, que nunca está de más. Pero no, nada de eso: Aster es despiadado. En la historia se mezcla la enfermedad mental (el temor a sufrirla), el satanismo, el espiritismo malvado, la explotación de los unos sobre los otros, la impotencia, la mala intención, la falta de empatía, la soledad de los miembros de una familia "unida", la pulsión suicida unida a la pulsión asesina (en el ámbito familiar), las ideaciones negras, los jóvenes perdidos en el aburrimiento y los adultos atónitos, incapaces. La negrura ambiental es tan enorme que... ¿quién necesitaría sustos para asustarse más?. ¿Qué susto podría asustarle a alguien que sabe que la vida es horrorosa?.

Es posible que a la cinta le sobren minutos, y que alguno de los varios giros argumentales sea innecesario. Creo que ese tipo de críticas siempre se le pueden aplicar a una opera prima, porqué la opera prima tiene unos defectos clásicos y universales: uno intenta poner en ella todo lo que sabe, todo lo que piensa, demostrar todo lo que es capaz de hacer. El resultado salta a la vista: es como querer matar a una mosca con 20 kilos de dinamita.

He leído en alguna parte que se compara "Hereditary" con "Rosemary's Baby". Aunque tienen algo en común (no solo argumental), Aster es mucho más barroco que Polansky, más excesivo.

Después de "Hereditary" vi "El hombre de más", otra opera prima. En este caso, una opera prima del italiano Paolo Sorrentino. Filmin acaba de recuperar esta pieza de 2001 -nunca estrenada en España- para su clientela. Sorrentino es un pesimista, también. También cree que la vida no es lo mejor que te puede pasar, pero no se olvida de reconocer que la vida tiene sus momentos buenos, instantes de alegría, escenas de luz. Que en todo buen momento se esconde uno malo. Pero del revés también: en cualquier desgracia podría esconderse la semilla de un instante brillante.

Lo advierto: si alguien desea ver "Hereditary" que escoja bien el día, y mejor todavía si conoce a Séneca o a Epicteto, su esclavo.

diumenge, 14 d’octubre del 2018

El reverendo de First Reformed Church

Resultat d'imatges de first reformed

Del director Paul Schrader he visto algunas cintas, no todas. De lo visto hasta ayer, me quedaba con "Affliction", que me pareció una obra madura, sobria, elegante. Casi un clásico. En "Affliction" está el Nick Nolte más rudo y más humano filmado, su interpretación más adulta y conmovedora. Sin embargo, después de ver "First reformed" (en la versión española "El reverendo") tengo mi nueva obra predilecta de Schrader.

En la sala hay menos de una docena de personas. Un sábado lluvioso por la tarde, en el centro de Barcelona. Creo que hoy no juega el Barça. Un día ideal para ir al cine. A priori, me temía una cola enorme. Pero nada, lo dicho: menos de una docena de espectadores. Uno de ellos chatea en Whatsapp hasta que aparece la primera imagen. No es un jovencito. Los créditos iniciales no le interesan más que su chat.

Lo primero que me atrae es la capacidad que ha tenido Schrader para filmar en los EUA como si estuviese en Suecia. La cinta es un largo homenaje a Dreyer, al mejor Dreyer según mi gusto. De Dreyer sigo quedándome con "Ordet", de 1955. Y luego "Vampyr", claro. Creo que más de un plano de Schrader está sacado de "Ordet", así como el edificio de la iglesia que protagoniza la película.

Siempre tuve una debilidad para ver referencias a Tarkovsky en el cine, y aquí también están. Referencias incluso gráficas, no solo conceptuales: la cascada de cabello de la joven Mary en el instante previo a la levitación es una réplica de algo muy parecido en "El espejo" del ruso. Sobre la presencia de Tarkovsky en la cinta de Schrader podría extenderme y no lo haré, por miedo a la adulación y, por consiguiente, al ridículo. Pero he visto fragmentos de "Sacrificio" y de "Andrei Rubliev". Incluso de "Stalker", y bastante obvios. Uno se siente cómodo y como en casa cuando descubre las citas de Tarkovsy en una cinta de hoy. Me digo "vaya, estoy como en casa, con amigos". Las cintas del director ruso me produjeron algo que podría llamarse una epifanía, y es muy grato saber que, en una parte del planeta (tan lejana de mi como de Andrei) alguien lo reivindica, hoy.

Cuando Tarkovsky rodó "Sacrificio" sabía que el cáncer estaba muy avanzado, sabía que no habría otra cinta, que se encontraba ante las puertas del fin del mundo.

Es difícil (e inútil) resumir la cinta de Schrader, pero voy a intentarlo con muy pocas palabras: un sacerdote cristiano se pregunta si Dios podrá perdonar el daño que infrigimos a su obra. El hombre ha sufrido un despertar muy repentino a la conciencia ecológica, y eso es algo que, en un primer instante, me chirriaba. Lo único que no me encajaba bien: ¿se puede despertar a una nueva conciencia tan velozmente como lo hace él? Sin embargo, y después de pensarlo, mi respuesta es sí. Se puede. Del mismo que uno se puede iluminar de repente (u oscurecerse en un solo instante). Saulo de Tarso creyó de repente. Chateaubriand lo cuenta con unas palabras bellísimas: Lloré y creí. J'ai pleuré et j'ai cru. Dios llega en un solo instante, no necesita largos procesos: su voz resuena en lo más profundo, sin necesidad de convencer con razones intelectuales. De repente está ahí y nada podrá ser como antes. Vendrán luego las razones, los motivos, los argumentos y la lógica. Después. Y más tarde las consecuencias, que pueden ser definitivas.

En el interior del cristianismo (del cristianismo místico, no del vaticano) hay una invitación a la muerte, a la renuncia definitiva, al sacrificio con todas las consecuencias. Algunos autores se ocuparon de eso. El reverendo de la cinta se rebela ante el maltrato que los hombres le producen a la creación de Dios que es el mundo, pero a la vez maltrata a su cuerpo, que también es creación divina. Paolo Sorrentino, el director de cine que poco o nada tiene que ver con todo esto, le hace decir al protagonista de "La Juventud": la vida no me ha gustado mucho. El mismo personaje que ha dicho esto no cree en los cuidados paliativos que le ofrecen: acepta lo que el destino le da. Morir.

Vuelvo a Tarkovsky: en "Andrei Rubliev", el monje protagonista asiste a la visión de la pasión de Cristo enmedio de la estepa helada, en un instante de duda. Cristo asciende por una pendiente nevada bajo la cual la nieve se ha desplomado y aparece la tierra. La herida en la tierra, eso es la pasión de Cristo: una herida sangrante en la Tierra. Schrader revisita esa imagen cuando filma al cura andando por el caminito de tierra roja enmedio de la nieve que le lleva hasta el cadáver de un suicida que se ha inmolado, también, para sacrificarse y remover nuestras conciencias. El joven suicida tiene algo de un Cristo lleno de dudas, agobiado por malos presagios. Un Cristo del siglo XXI, sin esperanza, y que evita la paternidad en consecuencia. Un Cristo cuyo aspecto recuerda a la efigie del Che Guevara en los últimos tiempos del argentino y que nombra la edad de 33 años durante un dialógo muy largo, en una escena osada.

"First reformed" podría convertirse en una película de culto, pero  quizás solo hablo por mi. Veo, en internet, que gentes de varias partes del mundo y de edades muy diversas debaten sobre el significado de la escena final, que hiela la sangre de los espectadores. Aunque sean pocos y algunos de ellos demasiado pendientes del whatsapp. ¿Hay esperanza o desesperación en esa escena final? No lo voy a responder. Mi deseo (mi necesidad, supongo) de interpretar esa escena final como la revelación de un milagro me lleva a pensar de nuevo en el final de "Ordet". Dreyer mostró un milagro y se quedó tan pancho: ahí lo tenéis, parece que diga, feliz el que cree. El valor inmenso que tuvo Dreyer cuando rodó un milagro sin perder la compostura. Finalmente, la intervención divina. Finalmente, pues, el destello de la esperanza en un mundo sucio y corrupto, feo.

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Dejo el enlace al trailer de "El reverendo" y al de "Affliction" para los curiosos.
Y para los más curiosos, también el trailer de "La juventud" de Sorrentino.