Para Jordi Canal, proveedor de conocimiento e inspiración
Me han invitado a participar en una mesa redonda centrada en la novela negra. El título de mi mesa dice algo sobre la figura del detective, su evolución a lo largo de la historia. Me he puesto a pensar enseguida, a tomar notas y a buscar datos. Mi conocimiento del tema es más bien escaso, así que tendré que prepararlo.
En el subtítulo del evento se nombra a Holmes y a un tal Verhoeven, que son personajes seriales de la novela detectivesca, personajes que protagonizan varias novelas, saltando de una a otra como mariposas de flor en flor. Me gusta que no se nombre a Mankell, porqué últimamente a este hombre se le cita sin piedad igual como hasta hace poco se citaba a Camilleri. A Mankell lo citan tanto hombres como mujeres. Las mujeres también citan a Patty Highsmith (que es mucho mejor que Mankell pero no superior a Ruth Rendell, a la cual no se normbra jamás).
Mi detective serial preferido, y a mucha distancia de cualquier otro, es Tintín, el reportero del tupé. Tintin es uno de los personajes más fascinadores, inquietantes y complejos de la literatura contemporánea. Verhoeven, a su lado, se queda a la altura del betún. Tintín tiene algo del héroe clásico inmortal en sus aventuras. ¿Es belga? ¿Es francés? ¿Es checo? ¿Macedonio? El pequeño héroe lucha contra fuerzas descomunales sin temor, sin dudar, sin apego a las posesiones. Ni tan solo ama su vida. Uno diría que incluso la desprecia, ya que en "La estrella misteriosa" tiene una atormentada visión de su propia muerte y sale raudo a encontrarla. Libre, llevado por el propósito, cegado por una idea de la justicia que arde dentro de su cuerpo frágil y a la vez indestructible.
Pienso en otros detectives seriales. Hercule Poirot, por ejemplo. Un tipo irritante por su arrogancia y sin embargo débil, ambiguo. Me doy cuenta de que tanto hombres como mujeres (hablo de escribientes del género negro) citan poco o nada a Agatha Christie, y eso es injusto. "El asesinato de Roger Ackroyd" es una novela densa y oscura, un trabajo sobre la atracción del abismo (o del suicidio. Y escribo "suicidio" consciente del espoiler, que conste).
De repente, dejo de pensar en detectives seriales. Me doy cuenta de que me interesan poco, aunque sin duda se puede hablar bastante del asunto. El protagonista que salta de una novela a otra resolviendo casos (desfaciendo entuertos) me produce cansancio, me hastía. Me parece una figura no-literaria metida en la literatura, un intruso. El protagonista capaz de surfear de una novela a otra me huele a engaño, a timo. Hace poco he leído un caso de estos en la novela negra catalana y me ha dejado frío. No me ha emocionado, y eso es grave. Eso me ha pasado otras veces y con novelas escritas en otras latitudes: no vayan a pensar que los catalanes somos peores que otros. Por poner un ejemplo: leí unos cuantos Asterix con la esperanza de que se lo cargasen en algún episodio. Pero no es así: murió el guionista de Asterix y sin embargo el personajillo incivilizado salió ileso. Por las razones del mercado, supongo. Los protagonistas de Stieg Larsson también han sobrevivido a su autor y ahora están en manos de escritores franquiciados.
Sobre el personaje de ficción que planea de una novela a otra solo indulto a uno: a Lituma, el de Vargas Llosa. Por algo será que Vargas es el mejor escritor en lengua castellana des de Cervantes. Con Lituma, Vargas Llosa consigue algo extraordinario. Me intentaré explicar: en "La Casa Verde" conocemos a un Lituma joven, interesado en emborracharse y en visitar casas de citas por despecho y por rabia. Es un tipo muy joven, mentiroso, bravucón. En "¿Quién mató a Palomino Molero?", Lituma ejerce ayudante de un teniente de policía, y ayuda como puede a resolver el caso (mientras sigue con la mente puesta en visitar garitos de medio pelo). Por si alguien no conoce esta novela, le diré que debe ser una de las mejores en el género negro y policial de todos los tiempos. En "Lituma en los Andes", nuestro protagonista es un tipo maduro, desencantado, estoico y epicúreo a la vez, una combinación que parece de lo más sensata para el lector que ha cumplido los 50. Lituma ama la verdad. La persigue todavía porqué mantiene un vago -e ineludible- sentido de la moral, pero sabe que lo humano es lo que es, que no debes hacerte mala sangre.
Lituma no siempre es el protagonista ni siempre resuelve enigmas policiales. Eso depende de por donde le lleve la vida. Vargas Llosa sabe tanto de la especie humana, y con tanta profundidad y tanta comprensión que es capaz de construir un personaje que parece más humano que algún vecino mío, del que sospecho, seriamente, que no sea un ente extraterrestre procedente de un planeta helado y muerto.
Prefiero a los detectives que nacen y mueren en una novela. La novela, para ser novela, debe ser un mundo cerrado porqué es completo, autosuficiente. Una visión del mundo. Lo otro son colecciones de cromos o de estampitas. Edipo es quizás el primer detective de la historia de la literatura. No me imagino a Sófocles resucitando a su personaje para enfrentarlo a otro enigma.
Sigo tomando notas. Pienso: de Edipo a Tintín. Vamos a ver qué descubro.
Pues he decir que yo sí tengo cuatro detectives seriales y no me canso de ellos: primero, el inconmesurable Holmes. Y pastiche que veo, pastiche que leo. Otro, el comisario Ricciardi. Después, el agente del FBI Pendergast. Y por último, sí, el bajito Camille Verhoeven. Por desgracia no he leído el libro que comentas de Vargas Llosa pero creo que con lo que dices, lo empezaré pronto. Y de Tintín... Qué puedo decir? Muy fan. En cuanto a doña Agatha, sí la releo. Hace poco reseñé Tres ratones ciegos y tengo pendiente reseñar El asesinato de Roger... Una maravilla. Yo me engancho avlos detectives seriales por empatía o admiración. Pero tienen que despertar uno u otro de los sentimientos que indico. No me gustan los policías con adicciones varias y traumas por algún divorcio o algo así. No los soporto y me cansa leerlos borrachos todo el día. Un verdadero coñazo, con perdón. Pues resumiendo, aquí una seguidora de seriales.
ResponEliminaEs un debate interesante. A Ricciardi me lo recomendaron y lo tengo pendiente, ya que en "Aire brut" toco el tema del espiritismo y demás esoterismos. Cuando descubrí que Ricciardi era serial me eché atrás, pero a veces hago excepciones, como con Mario Conde. Sobre detectives alcohólicos y recién divorciados no me hablo, es un tópico gastado. La novela negra debe innovar, como todo el mundo. Creo que estamos a las puertas de un giro o un cambio, pero de momento no llega.
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