dimecres, 30 d’octubre del 2019

La última del Cercas


A veces hablo mal de libros que no he leído, por el placer íntimo de hacerlo. Porque me cae mal algo de un libro: el título, la filiación política de su autor, sus postulados estéticos. Por ejemplo. No creo que hablar mal de un libro, de un autor o de un editor sea un delito ni una falta. Ni tan siquiera debería estar mal visto. Además, me parece elegante.

Del mismo modo, quizás para compensar lo anterior, a veces elogio un libro que no he leído tampoco. Como es el caso de este texto. Elogio un libro que ni tan solo está publicado, del que solo tengo noticias. Se trata de la novela de Javier Cercas que acaba de ganar un premio y de la que, a decir verdad, no se ni tan solo el título. O no me acuerdo. Que para el caso es lo mismo no saber que no recordar. Es "la última del Cercas". Y con eso me vale.

Y además Cercas me cae bien.

Creo que fue Tolstoi quien dijo que algún día nos avergonzaremos de haber escrito ficción. Cercas se avergonzará menos que los demás. Me resistí durante años a leer "Soldados de Salamina" por el agobio publicitario que le rodeaba, por el aire de best-seller con el que emponzoñaban el texto. Hasta que un día descubrí a un compañero de trabajo que, durante el descanso del mediodía, estaba sentado encima de unos fardos leyendo "Soldados de Salamina" mientras engullía un bocata de panceta al que no le prestaba una sola mirada de cariño. El compañero se llamaba Javi, eso es cierto, y era un tipo bonachón que a duras penas había terminado los estudios obligatorios para ponerse a currar. Un chavalote bravucón, con un aire de quinqui antiguo, casi mítico, pero un tipo honesto y fiable a más no poder. Por aquellos años (¡hace ya casi 20 años!) yo trabajaba en una empresa de logística y mis compañeros eran transportistas, toreros de toro mecánico y operadoras de telefonía mal pagadas y con unos horarios infames. Javi estaba en una de esas categorías, era muy joven y desgarbado, y aquél mediodía estaba allí, medio escondido durante su descanso, leyendo la novela de Cercas. Aquella misma tarde me compré el libro. Javi hizo en mi lo que no había conseguido ninguna campaña de marketing.

De Cercas creo que lo he leído casi todo, que es una forma de confesar que no lo he leído todo. Creo que me falta un libro y algunos de sus artículos en El País. Si "Soldados de Salamina" me sedujo, mucho más disfruté con la lectura de "El punto ciego", que es ensayo, y un ensayo que se debería leer en las facultades de todo lo relacionado con la cultura, las humanidades y, sobra decirlo, con la literatura.

Y además, como dije, Cercas me cae bien.

En Cataluña abundan (e incluso sobran) los escritorzuelos que escriben para agradar a alguien, que escriben como si quisieran obtener un puestecito, un carguito o algo así. Un comisariado del "Any Pipiolo", un negociado en el Departament de Cultura, un despachito en el Institut d'Estudis Catalanets, una mención en el Premi d'Honor de les Dèries catalanes, una sillita en un programa semanal de Tv3, algo, por favor, lo que sea para gustar al que manda y sacar tajadita. Es esa una actitud muy catalana pero muy cansina. Cercas no pretende gustarle a nadie: solo hay que ver lo que le dijeron a raíz de "El monarca de las sombras", libro que pareció disgustar a todos. Que un escritor disguste a todos es la prueba del nueve: ese es el escritor bueno. El escritor a secas.

De esos nos quedan pocos, y en Cataluña casi sólo Cercas. Por eso me permito elogiar un libro que no está en las librerías y del que desconozco el título. Que Cercas se haya adentrado en el registro del género negro o policial, además, es una gran noticia: me figuro la lección que les dará a los pánfilos que se acercan a este género sin haber comprendido nada y con la espuria intención de publicar ejercicios de escuela de escritura de barrio que presentan un nivel estético de trabajo de la ESO y que todo lo que saben del género es lo que pretenden haber aprendido viendo series de Netflix o, sobretodo, capítulos de CSI Miami.

Se me olvidaba contar un secreto: cuando se publique la novela de Cercas será la primera vez que me compre un premio Planeta recién salido del horno: los pocos que tengo en casa los compré en librerías de segunda mano y son libros que se publicaron durante mi infancia.

Este artículo es un homenaje al Javi, el chaval que leía "Soldados de Salamina" en un rincón de la nave inhóspita, fría y oscura de aquel almacén de una empresa de logística, allá por el 2001.