dimecres, 4 de juliol del 2018

El diablo en Vallecas


Alberto Ávila lleva ya unos cuantos textos a tener en cuenta, entre los que están ensayos y novelas. Celebro lo de los ensayos ya que, quizás por la edad, el interés por la novela está declinando en mi espíritu. Y porqué es bueno que los autores de ficción ensayen (vaya jueguecito semántico): la escritura ensayística enriquece a quien escribe. Por aquí no son muy frecuentes los autores que combinan los dos géneros, así que mis felicitaciones para Ávila quien, en cierto sentido que ahora no entraré a concretar, me recuerda un poco a mi admirada Pilar Pedraza.

"El diablo en casa. El expediente Vallecas", de todas formas, es más un trabajo periodístico que un ensayo, aunque hay un poco de todo: la fusión de géneros me encanta.

Los sucesos que relata Ávila nos llevan al caso de "posesión diabólica" (o del llamado pánico satánico")  más reconocido en España, el de la niña Estefanía Gutiérrez, a principios de los 90, popularizado de nuevo gracias a una cinta de Paco Plaza (Verónica) que no he visto.

El texto empieza con una larga (quizás demasiado larga) introducción que intenta contextualizar la historia del diablo en la cultura popular reciente, empezando por los Estados Unidos y terminando en Vallecas. Este viaje me gusta, así como la descripción de un paseo por el distrito madrileño bajo la lluvia en el que Ávila muestra su destreza narradora y sus dotes como creador de atmósferas (ahí se echa de menos que haya sido demasiado breve). Por las páginas del texto flota el homenaje, nostálgico y levemente distanciado, a aquella España en la que éramos jovenes y nos dejábamos fascinar por los casos más oscuros, esos sucesos que nos transportaban a la frontera de la realidad y que nos permitieron, siendo casi analfabetos en la materia, comprender el significado de la palabra "metafísica" por la vertiente de la cultura pop en vez de por las lecturas de Swedenborg o de Schopenhauer, que me llegaron más tarde.

Poltergeist, posesión diabólica, folie à famille, suspensión de las leyes naturales, parapsicología... en mi caso, ese universo turbio me había llegado a través del añorado Andreas Faber-Kaiser y su "Mundo desconocido", la revista que se compraba un tío mío y que, cuando las había leído, me las regalaba. Sin embargo, a mi el caso Vallecas me llegó cuando me acercaba a los 30 y por aquel entonces había desconectado de los misterios de la ouija. Aunque, a diferencia del autor, yo sí jugué con el invento que invoca a los espíritus en un buen puñado de ocasiones y, como no podía ser de otra forma, experimenté situaciones a todas luces inexplicables al amparo de la luz racional.

Así que, a estas alturas y después de un viaje que ya ha rebasado los 50, lo que me gusta es leer un texto bien escrito -aunque bellamente imperfecto- en el que el suceso paranormal se explique dentro del contexto de pobreza, ignorancia, miedo e ingerencias de una prensa que explota a los más pobres para jugar al espectáculo, tan indigno, de mostrar la miseria ajena para sacar tajada. Por eso se le agradece a Alberto Ávila que no solo no caiga en la vieja trampa si no que intente restituir la dignidad a la familia de Estefanía.

Y se le agradece que nos recuerde la larga lista de "periodistas" que practicaron la desvergüenza para aumentar sus cuentas corrientes (o sus cuentas offshore) para hacer, sin arte ni escrúpulo alguno, lo que Tod Browning, en 1932, había hecho en "Freaks". Ya se que la historia de la exhibición del monstruo y lo grotesco es antiquísima, pero su uso espúreo más chirriante y deplorable es, sin duda, una aportación debida a cierta prensa reciente. Antes se debía hacer una larga cola para contemplar al hombre elefante: ahora basta con encender la tv.

A pesar de los años transcurridos, los intereses que cambian y todo lo demás, la lectura de "El diablo en casa" me lleva de nuevo a los asuntos oscuros: es muy probable que ahora los observe des de una distancia sideral, pero aún así revivo la vieja fascinación por lo extraño, aunque a día de hoy me inclino a pensar en las fronteras de la psiquiatría y en las consecuencias aterradoras de la miseria: no hay película de terror más terrorífica que "El ladrón de bicicletas".

Me han entrado ganas de irme a pasear por Vallecas (¿Vallekas?), pero debo esperar a un día oscuro y lluvioso de invierno.

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Ávila Salazar, Alberto. EL DIABLO EN CASA. EL EXPEDIENTE VALLECAS.
AC Agita Vallecas, Madrid 2018



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