dilluns, 1 de maig del 2017

Cataluña negra. Para Andreu Martín

Resultat d'imatges de historia de mort andreu

Trabajé tres cursos en una escuela de un barrio gitano de una ciudad catalana, de provincias. Con el paso del tiempo, uno crea relaciones, confianza y una cierta complicidad con las familias, ya que del cariño nace el roce. Uno de los padres -de dos niños y una niña, los tres muy encantadores y muy gitanos- se me acercó un día para sugerirme que debería cambiar de coche:
-Luis, ese coche que llevas es muy viejo, no vale para nada.
Tenía razón: mi coche era un viejo Renault 4 de segunda mano porqué me niego a gastar más de mil euros en un artefacto mecánico de cuatro ruedas con motor de combustión interna y un volante para atinar en las curvas. A continuación, el padre de las tres criaturas me ofreció un coche excelso, provisto de muchos adjetivos, todos buenos.

"Tráleo y me lo miro", le dije.

Dos semanas más tarde el patriarca se presentó ante la puerta de la escuela con un Citroen Xsara Picasso inmaculado. Tardó dos semanas: los tiempos son más laxos en el universo gitano, porqué saben que las prisas son una pasión inútil que solo lleva líos, sudores fríos y muerte precoz.
Contemplé el vehículo. La pintura que lo recubría era blanca y mate y muy rara, como de pintar paredes.
-Es que era un coche de policía -me dijo el papá gitano- Me lo vendió un policía amigo mío. Te lo dejo por dos mil. El precio es negociable.

La verdad es que era un chollo. Sin embargo, no lo compré: demasiado chollo y además me daba grima su pasado policial, en el caso de que fuese cierto. Igual había un mal fario, mal karma. Poco después le compré un coche -por 800 euros- a mi mecánico de confianza, quien, aún siendo payo, es tanto o más liante que el papá gitano de Can Puiggener y quizás más mentiroso, si cabe. Hay que decir que mi coche todavía anda, pero hay un lío de papeles de mucho cuidado por enmedio.

Cuento todo eso para contar que Cataluña es un lugar peligroso como cualquier otro de la península. Estamos en la península del trapicheo, del embuste y del mangante -con mis sinceras disculpas hacia Portugal, que es un país que admiro. Han metido en el trullo a Ignacio González y a la mitad de su familia. González fué un Pujol mesetario y posterior a Pujol. Como Pujol, un tipo hábil, nacionalista, feo y chulesco.

La literatura negra catalana tiene déficits enormes y es por ese motivo que nadie se la cree: ni sabe hablar de los gitanos que venden coches de la policía ni se atreve con Pujol ni con Mas ni con Forcadell (la señora de las camisetas que echaron de la agrupación sabadellense de ERC). Lo de Cataluña es muy grave y todos empezamos a asumir que, tal como dijo un periódico francés, es la región más corrupta de Europa.

De haber sido catalana, a Dominique Manotti, francesa y maestra del polar, habría pergeñado una de sus buenas novelas con el asunto del patriotismo catalán, y no se le habría escapado lo del señor Trapero, el Mosso de Escuadra que en verano del 2016 cocina una paella -en Cadaqués, en casa de la señorita Rahola-, para Puigdemont y varios jerifaltes secesionistas, famosillos de Tv3 y algún que otro vamos a llamarle periodista de la cosa nostra. Ojo al dato: la paella sucede en agosto de 2016. Pues bien: en abril de 2017, Trapero es ascendido por Puigdemont a "Major", el mayor título -con el mayor salario- que puede ostentar un policía regional. Tenemos aquí la génesis de una buena novela (buena y necesaria) pero claro, ya se sabe: estamos en Cataluña, y si algún escritor quiere abordar el caso deberá hacerlo con pseudónimo y previo empadronamiento más allá del Ebro (o del Mississipi, si es prudente).

Me estaba planteando sugerirle a Andreu Martín que acepte el reto.

Por Andreu Martín siento una simpatía especial que jamás le he manifestado en persona, y algún día debería hacerlo. Nos unen varias casualidades: ambos hemos transitado por la novela policial juvenil, ambos hemos sido guionistas de Cavall Fort y ambos estamos un poco mosqueados con el mundo, y en especial con el mundillo literario catalán. Nos separan muchas cosas, también: yo he publicado siete libros y él setenta. Casi nada.

Siendo yo muy joven leí su "Història de mort", que todavía hoy me parece una buena novela sin que sea un hito de la literatura. Es un texto que, entre otras virtudes, tiene la de contener una segunda lectura, aquello del "entre líneas". Por estos días pienso en Andreu Martín a propósito de un comentario amargo que publicó sobre la festividad de Sant Jordi. Ahora Martín me cae mejor, por protestón y por ingenuo: descubro que estamos unidos por más coincidencias.

La novela negra catalana -la escrita en lengua catalana- es mayormente joven, cobarde, mediocre y mercantilista en su peor acepción. Va a madurar, estoy seguro de ello: a veces veo optimismo en mi y leo cosas que apuntan maneras, o leo a Jordi Ledesma -que es catalán y escribe en castellano- y me lleno de sosiego, de sosegada esperanza. Me gustaría leer a Andreu Martín en una próxima novela con mala leche: si alguien puede abrir -otra vez- el camino es él y casi nadie más que él: a ver para cuando un texto negro con secesionistas corruptos, mangantes arropados con la estelada, con Mark Serra de secundario, un rufián vocinglero, uno que se forra vendiendo camisetas para el 11S hechas en Marruecos a través de una empresa madrileña, un policía regional ascendido por lameculos, los vástagos de Pujol llevando mochilas repletas de billetes y una amante despechada, un micrófono en un florero, unas herencias ocultas en Andorra, un fiscal nombrado por ERC que conspira con un ministro ultracatólico del PP, un vicepresidente mudo ante las corruptelas del partido del presidente, Prenafeta y Alavedra chanchulleando con concejales del PSC, un conseller nacionalista enchironado por traficar con tabaco andorrano -¡otra vez Andorra!-, los extraños contactos con la ultraderecha rancia y mundial del señorito Raul Romeva -antaño eurodiputado de la izquierda elitista y superguay-, el abogado que comparten entre otros Pujol junior, Messi (senior y junior), el notario barcelonés Félix Peña, que fué el notario contratado por Artur Segarra... i Príncep (!!!), catalán detenido en Bangkok y condenado a muerte por el asesinato atroz -con descuartizamiento meticuloso- de su compatriota David Bernat... Uf! Me detengo para tomar aire.

Desconozco por completo si ese Segarra es pariente del poeta que escribió su mejor texto en prosa ("Vida privada", que es algo serio), pero a mi me da que el asunto de Artur Segarra podría ser un feliz punto de partida para elaborar la gran novela negra catalana, la que todos estamos esperando. Y no solo porqué se llame Artur, como el falso timonel catalán por antonomasia -"antonomasia" que no es Antònia Macià, la mujer desposada con Josep Terradellas. Ya lo sabes, Andreu Martín: a por ellos, que son pocos y cobardes -aunque a veces nos asusten porqué parecen muchos y valientes.

3 comentaris:

  1. Quan varen fer la redada els d'Endesa amb dues furgones de mossos d'esquadra, i varen revisar 72 vivendes, totes menys dues estaven endollades a la xarxa general de la llum, i la majoria de vivendes eren de gitanos, Duquende inclós. la operació va ser espectacular i segurament avui tornen a nestyar com estàven, dit aixó, no diguis de provincies referit a Sabadell, els provincians están a Barcelona com els pagesos.
    Dit això, vaig llegir l'amarga carta D'Andreu Martín a el periódico, cuanta raó té, aquesta festa del 23 d'abril ja no és el que era, és can Garlanda.

    salut

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    1. Gràcies pel comentari, Francesc. Aprofito l'avinentesa per recomenar-te "El día del Watusi" del Casavella. Si t'agrada Bolaño t'ha d'agradar en Casavella. Sobre les províncies... en fi, crec que Barcelona és una cosa i la resta una colla de rústics: aquí tens en Puigdemont, que també baixa del poble i és un autèntic pagerol, un pastoret ficat dins d'un vestit que li ve gran, i amb corbata mal escollida.

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  2. m'el compraré, per cert:el grupo de rock on cantava de jove es deia: els Watusi

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