Hacer cine de terror con dignidad y aportando cosas nuevas está muy difícil. Por este motivo me quedo con los clásicos, aún reconociendo que ellos lo tuvieron más fácil: tenían todo el terreno virgen ante ellos y cada osadía abría un nuevo camino. Vistos a día de hoy, algunos hitos del terror pecan de ingenuidad, pero excelen en imaginación y en valentía: construían su imaginario sobre la nada, apenas sin referentes ni citas. "Demencia 13", la cinta gótica del joven Coppola, es casi experimental. "Carnival of souls", del 62, es casi pueril, pero descubre un montón de recursos baratos y efectivos. Y ¡qué decir de "La noche del demonio", de Tourneur! Y luego, más atrás en el tiempo, las grandes creaciones del expresionismo alemán (y sus réplicas americanas). Mi lista de imprescindibles del género se inicia con "El gabinete del Doctor Caligari", y a veces pienso que el cine se inventó para ella y sus secuelas.
Alguien dirá que, en realidad, deberíamos ser mejores y más creativos ahora, creciendo sobre el sustrato de todo lo rodado anteriormente. Pero sin embargo, la experiencia del sufrido seguidor del terror fantástico demuestra que la creatividad disminuye, se achica e incluso desaparece. Solo muy de vez en cuando aparece una propuesta distinta.
Es el caso de "Hereditary", una cinta que aún recurriendo a muchas citas y referencias, por lo menos intenta abrir caminos nuevos. Por lo menos lo intenta. Ari Aster, director y guionista, destaca por el tratamiento visual de la cinta con un interesante juego de miniaturas, maquetas y dioramas rodados con lentes que confunden al espectador, ya que practica un extraño juego de muñecas rusas.
Tratar a los humanos como si fuesen muñequitos, sometidos al capricho de un ser superior (y cruel) puede ser una metáfora del propio cine, y una ironía sobre la figura del director. También puede ser una hipótesis sobre la naturaleza de Dios. Y, quien dice Dios, dice el Diablo, que asoma sus cuernos en la cinta. A la vez, parece un referencia a la prosa de Thomas Ligotti, posiblemente el más innovador de los escritores de terror contemporáneos. En los cuentos de Ligotti, los humanos son tratados como marionetas, o las marionetas como seres humanos.
Aster renuncia al susto, al uso de la música como instrumento para enervar al respetable y a la previsibilidad. El resultado es que "Hereditary" no pega sustos pero, sin embargo, produce algo mucho peor: deja al espectador con muy mal cuerpo. Es lo mismo que hace Ligotti en sus cuentos, crear desasosiego, pena, un malestar indefinido. Ligotti avanza dos pasos más desde el lugar en donde nos dejó Lovecraft. El visionado de la cinta es una inmersión lenta pero segura y eficaz en el horror, lo feo, lo desagradable. Para ello se sirve de todo lo que dispone: algo de psicoanálisis, algo de terror a la muerte, algo de asqueroso, de tedio, de maloliente, de pesadilla, de estupidez. Incluso algo extraído del "Diccionario Infernal" de Colin de Plancy. Es un retrato de lo gratuito y estúpido que es el mal, lo malo, la desgracia. Sus personajes -como muñecos desdichados- sufren toda clase de atropellos, algunos de crueldad insidiosa, cósmica, y cuentan la vida humana como un relato insoportable.
Eso es una caída, dice Aster, y hacia abajo no hay límite. Se diría que, para escribir el guión, Aster se soltó por la pendiente hacia la negrura y no puso freno a su imaginario negro. Me da un poco de miedo pensar en lo que sueña la cabecita de este director, nacido en 1986 (¡32 añitos!) y con cara de niño bueno. Su imaginario debe atormentarle mucho: no hay nada positivo ni alegre ni tan siquiera neutro en la cinta. Quizás no habría estado mal introducir un personaje o una situación de tono optimista, positivo, luminoso: aunque solo fuese para contrastar, por lo del contrapunto, que nunca está de más. Pero no, nada de eso: Aster es despiadado. En la historia se mezcla la enfermedad mental (el temor a sufrirla), el satanismo, el espiritismo malvado, la explotación de los unos sobre los otros, la impotencia, la mala intención, la falta de empatía, la soledad de los miembros de una familia "unida", la pulsión suicida unida a la pulsión asesina (en el ámbito familiar), las ideaciones negras, los jóvenes perdidos en el aburrimiento y los adultos atónitos, incapaces. La negrura ambiental es tan enorme que... ¿quién necesitaría sustos para asustarse más?. ¿Qué susto podría asustarle a alguien que sabe que la vida es horrorosa?.
Es posible que a la cinta le sobren minutos, y que alguno de los varios giros argumentales sea innecesario. Creo que ese tipo de críticas siempre se le pueden aplicar a una opera prima, porqué la opera prima tiene unos defectos clásicos y universales: uno intenta poner en ella todo lo que sabe, todo lo que piensa, demostrar todo lo que es capaz de hacer. El resultado salta a la vista: es como querer matar a una mosca con 20 kilos de dinamita.
He leído en alguna parte que se compara "Hereditary" con "Rosemary's Baby". Aunque tienen algo en común (no solo argumental), Aster es mucho más barroco que Polansky, más excesivo.
Después de "Hereditary" vi "El hombre de más", otra opera prima. En este caso, una opera prima del italiano Paolo Sorrentino. Filmin acaba de recuperar esta pieza de 2001 -nunca estrenada en España- para su clientela. Sorrentino es un pesimista, también. También cree que la vida no es lo mejor que te puede pasar, pero no se olvida de reconocer que la vida tiene sus momentos buenos, instantes de alegría, escenas de luz. Que en todo buen momento se esconde uno malo. Pero del revés también: en cualquier desgracia podría esconderse la semilla de un instante brillante.
Lo advierto: si alguien desea ver "Hereditary" que escoja bien el día, y mejor todavía si conoce a Séneca o a Epicteto, su esclavo.
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