Fotografia extreta del bloc Brownie y sus cosas
Claudio Cerdán (Yecla, 1981) és autor de diverses novel·les que van del fantàstic al negre i el terror. La revolución secreta (Editorial Alrevés, 2014) és la seva sisena publicació. Ambientada a la Rússia de 1919, relata una història d'aventures, de guerra civil, de terror i de licantropia. Amb un ritme que sempre creix i una intriga ben dosificada que empeny a llegir d'una tirada, és una novel·la exportable i que els editors es podrien proposar de traduir.
A través d'aquesta entrevista es descobreix una mica de l'autor i de certs trets generacionals que demostren com a la península hi ha molt bona salut narrativa, i que el gènere del terror és ben viu.
Nigra Sum: Una de las primeras impresiones que he sentido como lector de La revolución secreta es la osadía del autor. En primer lugar, por plantear una novela de aventuras bélicas y macabras en un contexto como el de la guerra civil rusa. En segundo lugar, por abordar la licantropía con una óptica que bebe de lo clásico y de lo contemporáneo a la vez. Y en tercer lugar por mezclar personajes reales con otros ficticios. El autor pretende revisar la llamada novela histórica, retomar el relato de terror gótico y proponer un retorno a las aventuras con un héroe que tiene mucho de medieval. ¿Es cierto todo esto? ¿Se puede explicar cuál fué el punto de partida de La revolución secreta?
Claudio Cerdán: Esta es una novela que mezcla muchos géneros y deja la resolución del puzle en manos del lector. En realidad, yo quería hacer un western. Ahí andan las tropas salvajes, que son indios camuflados. Los personajes van a caballo, hay un duelo al sol, un sheriff manco y borracho, grandes llanuras desérticas con nieve en vez de arena, una ciudad fronteriza, etc…
N.S.: La guerra civil rusa es una guerra civil que actua como metáfora de otras guerras internas, aunque tal vez todas las guerras son guerras “civiles”. En algún instante de la lectura, a uno se le ocurre que el argumento podría trasladarse a la guerra civil española o a cualquiera de las actuales, porqué el narrador suele ser anacrónico. ¿Por qué Rusia? ¿Qué hace de aquella guerra una guerra más atractiva para un novelista?
C.C.: Buscaba una guerra medieval, pero actual. Quería tanques, un ejército organizado, situaciones extremas, una ambientación hostil, la sensación de terreno inexplorado y la brutalidad de épocas bárbaras. Todo eso me lo daba Rusia, con sus bayonetas, lanceros y mongoles reclutados a la fuerza.
N.S.: El narrador es a veces salvaje y macabro, y se recrea en las descripciones horribles, gráficas y olfactivas de unas escenas tremendas. A veces es hiperbólico y a menudo es irónico. Es un narrador inquietante y quizás el mejor personaje de la novela. ¿Qué tiene de Claudio Cerdán este narrador?
C.C.: Quería un narrador frío y alejado de la acción. No me veía capaz de recrear una guerra dulcificada, épica, con buenos y malos. Buscaba una guerra descarnada, con mujeres violadas, niños fusilados, muertes atroces pero habituales, sin piedad de ningún tipo. Cualquier otra cosa habría sido traicionar la verosimilitud. Todos los personajes son fruto de su tiempo y actúan como tales. Quien busque otra cosa que se ponga Disney Channel.
N.S.: La presencia de Mikhaïl Bulgákov en la historia fue uno de los elementos que me impulsó a leer La revolución secreta. Para este entrevistador, Bulgakov es uno de los cinco narradores más relevantes del siglo XX, por su obra y también por su biografía. La novela dibuja a un Bulgákov creíble y verosímil cuyas apariciones no son anecdóticas aunque lo puedan parecer. El Maestro y Margarita tiene poco que ver con La revolución secreta y sin embargo hay una relación estrecha con esta novela del autor de La guardia blanca, en que lo fantástico penetra en lo real (y a la inversa).
C.C.: Quise hacer un homenaje a Bulgákov, de quién comparto esos elogios y reivindico como uno de los autores clásicos más actuales. Su aparición en la trama tiene su importancia más allá de la anécdota. Es lo divertido de escribir novelas de ambientación histórica, el poder añadir personajes reales que se paseen por sus páginas. En este caso homenajeo sus obras El maestro y Margarita y Corazón de perro, creando ciertas concordancias con La revolución secreta.
N.S.: El narrador plantea el asunto de la violencia (y de la guerra) desde una postura crítica y desacomplejada que cuestiona al lector. ¿Todas las violencias son sinónimas? ¿Existen violencias legítimas? Y en último término: ¿la historia de la humanidad se explica (sólo o en parte) como una historia de violencia?
C.C.: La violencia, por mucho que nos pese, ha sido el motor de las civilizaciones desde siempre. En las guerras se producían los avances científicos más importantes de toda la Historia, desde el acero a la bomba H. Hoy día las guerras se hacen desde la pantalla de un ordenador o en el despacho de un banco. En las jornadas de Valencia Negra, Alexis Ravelo dijo que violencia es rebuscar comida en un contenedor porque te mueres de hambre. Estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Hay violencia en los semáforos, en las oficinas, en el día a día. Una de las citas de la novela es “el hombre es el lobo para el hombre”, y no hemos cambiado mucho desde que se pronunció.
N.S.: El relato avanza sobre imágenes y sobre escenas de una gran potencia visual que llevan a pensar en el cine (quizás sólo para los lectores cinefílicos, a quienes hace unos cuantos guiños). ¿Qué relación tiene Claudio Cerdán con el cine? ¿Lo ama? ¿Lo odia? ¿Ambas emociones a la vez?
C.C.: Cada artista tiene sus influencias, y muchas corresponden a la época que le ha tocado vivir. El cine lleva mucho tiempo entre nosotros y dudo que exista un solo escritor contemporáneo, tenga 20 u 80 años, que no esté influenciado por la televisión o el cine. En mi caso habría que añadir el cómic. Cine y literatura son dos medios de contar historias, por lo que sus similitudes son más fuertes que sus diferencias.
N.S.: El personaje de Strahov va cobrando densidad a medida que avanza la narración y a menudo al lector se le ocurre pensar que está siguiendo a un héroe medieval como podría ser Perceval, héroe ambiguo y desconcertado, cargado de recuerdos y de dudas. Su psicología se puede inferir a partir de sus acciones, pero no al revés. ¿Cuáles son los héroes de cabecera de Claudio Cerdán?
C.C.: Los héroes perfectos no existen, al igual que los malos malísimos y psiócopatas. Los personajes inolvidables tienen tres dimensiones, pasado, expectativas de futuro y una prueba que superar en el presente. Particularmente, reniego de la condición de héroe. Prefiero a los perdedores, esos tipos que, aunque saben que de nuevo volverán al lodo tratan de enfrentarse a su destino. Por ello elegí al Ejército Blanco, los perdedores de la Guerra Civil Rusa, como protagonistas de la novela. Por mucho que peleen, al final perderán.
N.S.: La novela es a la vez de aventuras y de terror, al margen de las interpretaciones más profundas o filosóficas que se puedan sacar de ella. En este sentido, creo que tiene alguna relación con algunas obras contemporáneas y peninsulares. Pienso por ejemplo en el Albert Sánchez Piñol de La piel fría y de Pandora en el Congo. ¿Conoces estos títulos y puedes decir algo de ellos? ¿Se podría afirmar que en nuestra península se está consolidando una regeneración del género de aventuras? ¿Qué te sugiere el nombre de Lovecraft?
C.C.: La piel fría la leí con sorpresa infinita. Me pareció uno de esos libros inesperados y originales que surgen de vez en cuando y que por su calidad no pasan desapercibidos. Ignoro si hay una regeneración de las aventuras patrias. Mis lecturas de cabecera son casi todas detectives o de género negro. Ya te digo que yo quería hacer un western y me salió una revolución. Lovecraft me sugiere escalofríos.
N.S.: La revolución secreta es una apuesta por una literatura de calidad (por su registro, referencias y complejidad) que sabe jugar en la partida de la literatura llamada comercial, porque es exportable y traducible y contiene una lectura para todos. ¿El autor se ha fijado en algún modelo? ¿Existen fórmulas para ser popular sin renunciar a la calidad literaria? ¿Sólo hay que ser honesto?
C.C.: No tengo ni idea. Simplemente, escribí la novela que quería hacer como mejor supe hacerlo. No hay más secreto. Es llamativo que un western hiperviolento ambientado en la Revolución Rusa con un hombre lobo sea comercial, aunque reconozco que está funcionando muy bien a muchos niveles, lo cual es una sorpresa muy agradable.
N.S.: La revolución secreta puede haber sido un quebradero de cabeza para el autor (complejidad argumental, número de personajes, documentación, referencias, etc), pero para el lector es una gozada que le permite revivir las grandes novelas de aventuras siniestras del estilo de La isla del tesoro. ¿Cuáles fueron tus lecturas de infancia y juventud?
C.C.: Más que novelas, estuve y estoy muy influido por el cómic. Te puedo citar unos cuantos autores: Garth Ennis, Warren Ellis o Brian Azzarello. Respecto a las novelas de juventud, la que más me impactó en su momento fue La llamada de la selva, de Jack London, además del ya citado Lovecraft. Quizá eso explique muchas cosas.
Claudio, termina con el menor número de palabras posibles estas frases:
El último libro que he leído es... El poder del perro, de Don Winslow.
La última película que he visto es... La cortina de humo, de Barry Levinson.
Jamás volveré a leer... P. D. James y Donna Leon. Lo siento, no me entran.
Me ha tocado vivir en un tiempo... en el que nada ha cambiado. Seguimos igual que hace cien años, solo que con smartphones. Pan y circo.
La democracia es... una palabra muy bonita sobre el papel.
La realidad y la ficción son como... un espejo donde no se sabe quién está mirando a quién.
Desembre 2014
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